Néstor Mir Planells (Valencia, 1972) conversa con Manuel Turégano sobre su novela ‘La Conquista del Oeste’ (Malatesta records, 2014), que acaba de aparecer publicada y se presenta en Valencia el próximo 13 de noviembre en la librería Ramon Llull.
Néstor Mir es un artista multidisciplinar al combinar su pasión por la música, las artes escénicas, el audiovisual y la literatura. Sus referencias beben del cine, el teatro, el cómic, el género negro, el western…, y su trabajo es una clara referencia de todas esas inquietudes y preferencias.
Manuel Turégano: ‘La Conquista del Oeste’, pese a su título, no es una novela de vaqueros, pero sí una novela que recrea esa gran odisea contemporánea de atravesar EEUU de Este a Oeste buscando algo; esa clase de algo que, como se dice en ‘El halcón maltés’, está hecho de la materia de nuestros sueños. ¿Consideras de alguna manera ese viaje y esa búsqueda la verdadera odisea de nuestro tiempo?
Néstor Mir: En el viaje está la búsqueda del sentido a la vida. Que es esencialmente lo que persigue ‘La Conquista del Oeste’ y el viaje de costa a costa de los EE.UU. de Norteamérica. Existe la voluntad de, detrás de una cierta apariencia, dar a entender que hay una manera concreta de buscarle un sentido a la vida, y ese es el de tener una meta a la que llegar, aunque esa meta desaparezca justo en el momento en el que estamos a punto de atravesarla. Esa es la verdadera odisea de nuestro tiempo, no llegar nunca a la meta, y saber llevarlo con deportividad.
M.T.: Aunque la novela tiene un título muy cinematográfico, aquí de lo que realmente se habla es de música. El libro entero resuena como un concierto inacabable. ¿Por qué has elegido ese hilo conductor?
N.M.: Creo que es un título muy cinematográfico, y también pienso que es un libro muy cinematográfico, no en vano la historia surge a partir del deseo de hacer un documental sobre la vida de un músico argentino/uruguayo, pero, además, como dices, más que el hilo, la maroma que sustenta todo el libro es la música, el mundo de la música.
La elección del mundo musical como envolvente, como primera capa de choque con la que se va a tener que enfrentar el lector, tiene que ver con que la música forma parte de mi vida de manera indisoluble, en cierta manera tengo una manera musical de ver la vida, y esto se traslada, no solo al envoltorio, al concierto infinito, sino también a la construcción de la historia, a la estructura narrativa y a la irreverencia frente la norma.
M.T.: La novela tiene como leitmotivs el viaje y la búsqueda. Un viaje y una búsqueda que se justifican en sí mismos. En realidad importa poco llegar a un destino o encontrar algo. ¿Lo crees así?
N.M.: Así es, como he comentado antes, el destino es la búsqueda, el sentido se encuentra en el camino, llegar a la meta no tiene ningún interés, el proceso es lo realmente interesante. Las cosas, cuando están definidas, cuando se concretan pierden intensidad, pierden potencia, se acomodan y surgen de un proceso mecánico, dejan de surgir de la necesidad absoluta de saber que nos provoca la incertidumbre total. Así, para seguir este camino hay que trabajar la técnica, los instrumentos que nos van a permitir asir y disfrutar en mayor medida del camino, aunque también ahí, si nos despistamos, podemos caer prisioneros del inmovilismo, que puede surgir de la llegada a un lugar seguro donde nos sentimos confortables.
M.T.: En el espíritu de esta novela resuena el eco no muy lejano de ‘Los detectives salvajes’ de Bolaño, la novela emblemática de este comienzo de siglo. ¿También en tu libro, como en aquel, resuena un cierto aire de naufragio generacional?
N.M.: Antes de la novela vino la voluntad de hacer un documental sobre ‘Los Suicidas’ en Argentina y Uruguay en el 2007, y al año siguiente otro documental sobre Uli Zuma en EE.UU.
La realización del primer documental está totalmente impregnada del espíritu de Bolaño y de lo que la lectura de ‘Los detectives salvajes’ nos produjo a un grupo de amigos al leerla. De ‘Los detectives salvajes’ sale todo, declaro sin temor que esta novela es un hijo bastardo de ‘Los detectives salvajes’, un intento de homenajear a Bolaño y de devolverle algo que nos dio: la esperanza en la literatura existencial y vital. No sé si el libro refleja el naufragio generacional que mencionas, pero sí es esta una de las interpretaciones que se derivan al leer la novela, me parece totalmente comprensible.
Si por contra me preguntas si voluntariamente he querido transmitir la idea del naufragio generacional, te diré que eso que tú percibes como naufragio generacional es mi hábitat cotidiano.
M.T.: El narrador busca y busca a Ulises Luna por medio mundo hasta que lo descubre allí donde siempre estuvo, en el centro mismo de su mente atormentada. ¿Es ‘La Conquista del Oeste’ una reflexión sobre nuestras obsesiones más profundas?
N.M.: Sí. La obsesión puede ser una enfermedad pero también es un motor, algo inexpugnable, algo que nada ni nadie puede frenar, que va a pasar por encima de todas las derrotas, por encima de todas las decepciones y por encima de todos los rechazos. Además la obsesión es como el agua que se filtra por la roca, busca y busca hasta que al final encuentra la rendija por la que va a colarse, nada puede frenar a una obsesión. ‘La Conquista del Oeste’ no es más que la punta del iceberg que muestra la victoria de una obsesión frente a todo tipo de adversidades y desplantes, pero, como un ave rapaz, escondida al acecho, espera su momento para saltar sobre la presa. Y puede pasar mucho tiempo hasta que la presa, es decir, la historia y la forma de contar la historia, pasen por delante del predador.
M.T.: En su película más reciente, ‘Nymphomaniac’, Lars Von Trier reflexiona sobre la sociedad de adictos en que nos hemos convertido. Parece que una de las señas de identidad del hombre occidental de hoy es “la adicción”. ¿Tu personaje, tu narrador, es también un enfermo, un adicto?
N.M.: Si el narrador es un adicto o un enfermo, no soy consciente de ello. La única enfermedad que le reconozco, como he comentado más arriba, es la de ser un ser obsesivo, un ser que necesita arrancarse de su interior, o al menos encontrar la manera de apaciguar en su interior, algo de lo que no sabe cómo deshacerse. Es en el transcurso de la novela, con ese diálogo interno, donde poco a poco va moldeando su obsesión, la va acorralando para al final vislumbrar la manera de enfrentarse a ella y salir victorioso, o quizás no.
M.T.: El estilo obsesivo, maníaco y repetitivo que marca el ritmo de la novela me recuerda a veces a Thomas Bernhard. ¿La forma narrativa que has elegido encierra a la vez el verdadero espíritu del libro?
N.M.: La forma narrativa tenía que transmitir la ansiedad que sufre el ser obsesivo, lo que sufre una persona obsesiva que, aun sin quererlo, cada mañana se despierta con aquello que la noche anterior ha enterrado en lo más profundo de su mente justo al lado de su mesilla de noche, dándole el despertador para que apague la alarma. Y por lo tanto tenía que transmitir ese eterno retorno al punto de partida, al origen de su obsesión y a la búsqueda en su mente del origen de esa obsesión. Es como si en vez de contar algo en línea recta se contase desde un punto central del que surgen varios hilos narrativos que van y vienen como si fueran una goma elástica, o un pulpo de la feria.
M.T.: En el libro se hace referencia varias veces a una novela tuya anterior, ‘Tras la pista de Los Suicidas’. ¿Qué vasos comunicantes hay entre estas dos obras? ¿Forman parte de un mismo ‘ciclo narrativo’?
N.M.: ‘Tras la pista de los Suicidas’, más que una novela es una especie de diario de aventuras. En ella no existía una voluntad narrativa, era más bien una necesidad casi notarial de contar qué nos pasó en aquel viaje. Pero, evidentemente, aquel diario es el germen de la novela presente. Sin ella y sin aquel viaje, sin la filosofía que subyace en aquella primera narración no hubiese sido posible que existiese ‘La Conquista del Oeste’. Por lo tanto, en este sentido, sí que forman parte de un mismo ciclo narrativo. Sin embargo en ‘La Conquista del Oeste’, a diferencia de en ‘Tras la pista de Los Suicidas’, sí que hay una voluntad expresa de llevar el tono de la historia hacia una narrativa documental ficcionada, y evidentemente, ‘La Conquista del Oeste’ es la continuación de ‘Tras la pista de Los Suicidas’.
El Péndulo de VLCNoticias/Manuel Turégano/Fotos-Malatesta records y web de Néstor Mir.