El Péndulo | Jimmy Entraigües.- La madrileña Nuria Barrios llegó a Valencia para presentar su nuevo libro, ‘Ocho centímetros’ (Páginas de Espuma, 2015). La obra reúne un conjunto de relatos donde el dolor, la desesperanza y amor conforman un paisaje humano difícil y complejo pero luminoso al mismo tiempo.
Barrios es una reconocida autora por títulos como ‘El alfabeto de los pájaros’ o el poemario ‘El hilo de agua’ con el que ganó el premio Ateneo de Sevilla.
Aprovechando su estancia en Valencia nos adentramos en el mundo de los ‘Ocho centímetros’, que propone la autora, para conocer la distancia que separa la felicidad del dolor.
El Péndulo: Es muy linda la portada del libro. La posición elevada de los pies hace imaginar un salto o la ausencia de unos zapatos altos e, incluso, me viene a la memoria el sello de Leni Riefenstahl en el uso del blanco y negro.
Nuria Barrios: Sí que podría evocar el estilo de Riefenstahl pero la foto es de un fotógrafo suizo llamado Christian Kettiger. A mí también me gustó mucho la imagen y da la sensación que el título del libro, ‘Ocho centímetros’, pudiera ser la altura de los tacones de un zapato invisible pero…, preferí que jugará la imaginación del lector o de la persona que se interesa por la portada.
E.P.: tu nuevo trabajo reúne once cuentos y uno se alegra que los escritores fecunden el género del relato corto pero parece que España es más un país de novelas que de cuentos. Uno va a las grandes librerías y cuesta mucho encontrar autores y autoras que quieran escribir cuentos. Tú eres una de las pocas autoras que se adentra en el relato corto.
N.B.: Yo creo que es un problema educativo. En el sistema educativo español a los chavales se les da como lectura novelas y más novelas y por el relato se pasa de puntillas. Y si tú no creas lectores en la infancia es muy difícil luego encontrarlos más adelante. Hay poca tradición de lectura en el cuento y a partir de ahí ya es una pescadilla que se muerde la cola muy grande porque…, las editoriales creen que no es rentable, porque está demostrado que la rentabilidad lo da la novela, los libreros prefieren las novelas… No sé, es muy complicado pero creo que bastaría con meter relatos en el sistema educativo para que todo fuera más distinto.
E.P.: Pero España siempre ha contado con muy buenos cuentistas, me vienen a la memoria Blasco Ibáñez, Quim Monzó, Ignacio Aldecoa… Muchos que han incursionado en el género.
N.B.: Ya, pero Blasco también hacía novelas y otros muchos también. En España se han hecho muy buenos relatos y se siguen haciendo muy buenos relatos pero hay algo que falla en la cadena de colocación del libro en el que el cuento no encuentra su lugar. De eso te podría hablar mucho mejor el editor del libro, Juan Casamayor, que se dedica al relato. Creo que alguien como Juan te lo contaría muy bien.
E.P.: ¿El cuento es el género donde más a gusto te sientes?
N.B.: No tengo un género, especialmente, favorito. Si lo tuviera siempre trabajaría en él. Normalmente son las propias historias que quiero contar las que vienen marcadas por el género donde van a ser desarrolladas. La intensidad que requieren, lo que quiero contar y…, cuando requieren del relato, son relatos; cuando requieren del poema, son poemas… No hay un género donde me sienta más cómoda o menos cómoda.
E.P.: Hay una mirada bastante cómplice sobre los personajes marginales…
N.B.: … Sí, sobre la gente desvalida.
E.P.: ¿Te gusta aproximarte a historias y sobre personajes que están desamparados?
N.B.: Pues, fíjate que el relato no se centra en ellos porque no entra en ellos. Ellos en realidad son una excusa para contar…, lo que pasa es…
E.P.: … Pero el relato les afecta, el desarrollo argumental los empuja a una determinada situación y tú muestras una sensibilidad…
N.B.: … Sí, sí, es cierto. Y es así porque la felicidad tiene un efecto fortalecedor y por tanto te hace fuerte. Te aísla de los demás pero con fuerza y el sufrimiento, el dolor, tiene el efecto contrario. El sufrimiento, como el de adictos que ya están en la calle, convierte a los enfermos en seres muy desvalidos, muy vulnerables y…, a mí me conmueven, no puedo evitarlo.
E.P.: También encontramos el amor como uno de los motores que mueven las historias.
N.B.: Sí, es verdad. En todos los relatos pasa eso porque…, en realidad el motor que hace girar las historias, que es el efecto que produce el dolor en todo el entorno, es uno de los principales pero el otro motor es cómo el entorno se cierra para acompañar, para recuperar, para enfrentarse a una situación muy dolorosa y…, sí, siempre detrás hay amor, siempre encontramos el amor en gestos de ayuda y amparo.
E.P.: En el segundo cuento hay personajes que se reencuentran en un hospital y da la sensación que asistimos a un espacio limitado…
N.B.: … Sí, a un espacio cerrado como si fuera un teatro.
E.P.: Sí, efectivamente, como si fuera un teatro.
N.B.: Es que todos los espacios de estos relatos, incluso los que acurren al aire libre, operan como espacios cerrados y…, luego ya llevando la imagen al extremo, el dolor que sienten los personajes convierte a los propios personajes en cárceles, en jaulas de sí mismos. La chica drogadicta está encerrada en sí misma, su propia adicción la encierra, ella misma es un escenario cerrado y…, juego con eso a lo largo de todo el libro.
E.P.: ¿Los relatos que integran ‘Ocho centímetros’ nacieron por separado o…, nacieron bajo el soporte de una historia inicial que dio origen al resto?
N.B.: El primero que escribí fue ‘La palabra de Dios es extendida’, el del hospital, y ahí me di cuenta que quería seguir por ese camino. Era un camino que había iniciado con mi último libro, un libro de poesía titulado ‘Nostalgia de Odiseo’, que habla de Penélope, y…, bueno, sobre la construcción del amor, la creación de la propia identidad…, y ese camino se inició ahí. Cuando escribí el relato me di cuenta de dónde estaba y por dónde quería seguir.
E.P.: ¿La realización del segundo cuento, digamos, dio origen al primero, ‘Ocho centímetros’, con el que se abre el libro?
N.B.: No sabría decirte en qué orden nacieron. Sí que podría decirte cuál es el primero y cuál es el último. El primero fue ‘La palabra de Dios es extendida’ y el último fue ‘Hansel y Gretel en la T4’ y…, entre medias nacieron todos los demás.
E.P.: Y luego los ordenaste.
N.B.: Claro, luego yo los he ordenado porque deseo que tenga un sentido el conjunto. Porque…, incluso si trabajas sin un plan muy cerrado sí que sabes que tiene un sentido unitario aquello que estás escribiendo pero eso lo dejas para el final y…, cuando ya los ordenas está la reescritura de la ordenación y la propia ordenación implica reescribir parte de los relatos, de laguna manera los modifica.
E.P.: Y tenemos la mirada del lector.
N.B.: ¡Por supuesto! Pero ten en cuenta que la mirada del lector no es una mirada unitaria porque un mismo lector tiene una mirada variable según su etapa vital, según su estado de ánimo, es decir…, un libro puede suscitar en una misma persona emociones muy distintas y lecturas muy distintas
E.P.: ¿Qué temas te invitaron a escribir estos cuentos además de que uno de ellos nació al amparo de Penélope?
N.B.: Me imagino que es un momento de mi vida en la que me encuentro más vulnerable porque a medida que uno se hace mayor van ocurriendo desgracias a tu alrededor como enfermedades, muertes, y…, entonces empiezas a reflexionar. No sabes cuándo puede ocurrir eso pero, de repente, me encontré con una necesidad de repensar el dolor, de lo que significa, de lo que te plantea…, todo, me replanté todo.
E.P.: Una escritura terapéutica.
N.B.: Bueno, no terapéutica como sanadora pero sí una escritura que me hace detener, que me hace pensar, no ha actuar y sí a pensar y a reflexionar y a poner sobre escrito el pasar de una pregunta a otra.
E.P.: Eso es muy socrático
N.B.: Completamente, sí, sí, es muy socrático.
E.P.: Muchísimas gracias Nuria por atendernos y mucho éxito con tu nuevo trabajo literario.
N.B.: Muchas gracias vosotros, ha sido un placer.