Si se usan con cautela, los estudios de inmunidad de la población pueden guiar la vuelta al trabajo y la estimulación de la economía, teniendo en cuenta sus limitaciones. Varios equipos científicos alertan de que hacen falta más investigaciones sobre la protección que otorgan los anticuerpos y su duración real. De lo contrario, se corre el riesgo de tomar decisiones basadas en información incompleta.
Ahora, cuando la mayoría de los países se encuentra ya en fase dedesescalada, muchos se preguntan cuándo podremos superar esta catástrofe sanitaria y económica. Por ello, expertos de todo el mundo trabajan sin descanso para dar respuesta a esta cuestión tan compleja.
Lograr una inmunidad colectiva conseguiría mantener las interacciones necesarias para el funcionamiento de los bienes y servicios esenciales, reduciendo al mismo tiempo la probabilidad de transmisión
Unreciente artículopublicado en la revistaScienceindica cómo laspruebas serológicas–que detectan los anticuerpos específicos delSARS-CoV-2en la sangre de las personas recuperadas y determinan la llamada inmunidad de grupo– son fundamentales para llegar a la llamada nueva normalidad.
En el caso de España, losprimeros datos del estudio de seroprevalencia ENE-COVIDrevelan unabaja inmunidaden la población, de apenas un5 %, muy lejos de la llamada inmunidad de grupo (que se encuentra en torno al 60 %). De ahí que se mantengan medidas de confinamiento y un plan gradual de desescalada.
“Lograr una inmunidad colectiva conseguiría mantener las interacciones necesarias para el funcionamiento de los bienes y servicios esenciales, reduciendo al mismo tiempo la probabilidad de transmisión”, afirmanFlorian KrammeryViviana Simon, delHospital Mount Sinaide Nueva York (EE UU) y autores del estudio. “Este enfoque, unido aldistanciamiento, podría reducir la duración y la carga del brote actual”.
El modelo que proponen los especialistas del Mont Sinai pone en valor las pruebas serológicas como parte de las estrategias de intervención, además de su función para estimar la prevalencia y en el posible desarrollo de terapias basadas en el plasma.
“Con varios ensayos serológicos de alta calidad ya disponibles para el nuevocoronavirus, el desafío para ayudar a las personas a volver a la ‘vida normal’ será aplicarlos de una manera estratégica según su sensibilidad y especificidad”, explican Krammer y Simon.
Las limitaciones de la serología
Los autores subrayan que los ensayos serológicos son fundamentales para tomar decisiones relacionadas con la prevalencia del virus en las poblaciones y la inmunidad a él. Por ejemplo, se ha propuesto que las personas con gran número de anticuerpos en estos ensayos podrían volver atrabajar con seguridad.
Sin embargo, los estudios de seroprevalencia no aclaran si todos los individuos infectados presentan unarespuesta robusta de anticuerpos, si dichos anticuerpos se correlacionan con laprotección contra la reinfecciónycuánto tiempoduraría esa protección.
“Eso sí, aunque son muy útiles, cualquier aplicación política y social de los ensayos serológicos en un futuro inmediato debe interpretarse con cautela”, afirman los expertos del Mont Sinaí
Para Krammer y Simon, es urgente llevar a cabo estudios que respondan mejor a estas preguntas. De lo contrario, “las decisiones sobre el despliegue de la actividad laboral pueden estar basadas eninformación incompletay guiadas por suposiciones incorrectas”.
Los investigadores describen las formas de usar mejor estas herramientas. En primer lugar, existenniveles variables de sensibilidad(cuántos verdaderos positivos se detectan) yespecificidad(que determina la proporción de falsos positivos). Por eso es tan importante que los resultados de las encuestas serológicas indiquen estos aspectos.
Aunque los autores reconocen la utilidad de los ensayos serológicos, alertan de que sus aplicaciones políticas y sociales, como lospasaportes de inmunidadpara aquellos que muestrananticuerpos, están pendientes de sus limitaciones: “Cualquier resultado que se genere a partir de ellos en el futuro inmediato debe interpretarse con cautela”.
La protección contra la reinfección a corto plazo podría permitir que los pacientes recuperados amplíen sus interacciones. / Pixabay
Los riesgos de la expansión económica
Otro estudio,publicado este mes enNaturey liderado por investigadores del Instituto de Tecnología de Georgia (EE UU), apoya también una estrategia de intervención basada en la inmunidad. Su objetivo es minimizar latasa de infecciónde la pandemia a medida que se levantan las medidas de confinamiento y haya una mayor interacción humana, necesaria para la expansión de la actividad económica.
Según explica a SINCJoshua S. Weitz, autor principal del trabajo, “las pruebas serológicas podrían ayudar tanto a reducir la transmisión futura como a fomentar un mayor compromiso económico”.
La protección contra la reinfección a corto plazo podría permitir que los pacientes recuperados amplíen sus interacciones y sustituyan de forma segura a las personas en ocupaciones de alto riesgo
Denominadainmunidad de escudo, la protección contra la reinfección a corto plazo permitiría que los pacientes recuperados amplíen sus interacciones con las personas infectadas y susceptibles e incluso faciliten la sustitución segura en ciertas ocupaciones de alto riesgo, como la atención médica.
“Entre los profesionales de la salud, las pruebas serológicas podrían identificar a los individuos recuperados que entonces serían capaces de interactuar con los pacientes con una menor preocupación por la infección”, añade Weitz.
Los autores de este estudio evaluaron los posibles efectos de esta presunta inmunidad entre las personas recuperadas utilizando un modelo computacional de la dinámica epidemiológica de la COVID-19. “Descubrimos que, cuando los individuos recuperados (es decir, los seropositivos) aumentan sus interacciones, esto conduce a reducciones significativas de las infecciones, las hospitalizaciones y las muertes”, afirma Weitz.
El modelo también sugiere que este blindaje podría potenciar los efectos de las estrategias de distanciamiento social, que pueden mantenerse una vez que se reanuden los niveles más altos de actividad económica, puntualiza.
Inmunidad, más dudas que certezas
El trabajo insiste en que los individuos recuperados podrían ayudar a la reducción del riesgo detransmisión en centros de mayores, la industria alimentaria, servicios médicos de emergencia, tiendas de comestibles, venta al por menor y otras actividades esenciales.
Aunque cada vez hay más pruebas de la protección contra la reinfección en las personas recuperadas, todavía es necesaria más información sobre los niveles de anticuerpos asociados a dicha protección o la duración real de la inmunidad
“Los individuos con inmunidad podrían sustituir a las personas cuyo estado serológico se desconoce; reduciendo elriesgo de transmisióna los que siguen siendo susceptibles”, matiza Weitz. Además, el aumento de las tasas de interacción entre los individuos recuperados (y presuntamente inmunes) también podría ayudar a aliviar los efectos negativos del confinamiento.
No hay que olvidar que, aunque cada vez hay más pruebas de la protección contra la reinfección en las personas recuperadas, “todavía es necesaria más información sobre losniveles de anticuerposasociados a dicha protección, así como laduración real de la inmunidad”, concluye.
Sin embargo, hay quienes se muestran mucho más críticos con este tipo de propuestas. Hace pocos días, dos investigadoras, una de ellas bióloga molecular y otra experta en bioética,publicaban enNatureun artículo muy crítico, tituladoDiez razones por las que el pasaporte inmunitario es una mala idea, aduciendo que restringir los movimientos con argumentos basados en la biología es una amenaza a la justicia y la salud pública.
Entre esas diez razones, insisten en las dudas sobre la inmunidad a la COVID-19, la limitada fiabilidad de los test, la enorme cantidad de pruebas que se deberían realizar, la baja proporción de individuos seropositivos que deberían mantener las economías, las posibles violaciones de privacidad de los datos y la estratificación social que conllevaría.