El mandatario Vladímir Putin decretó este sábado sanciones económicas especiales contra Turquía tras el derribo del cazabombardero ruso Su-24 por parte de la Fuerza Aérea turca en una región fronteriza de Siria el pasado martes 24 de noviembre.
Las medidas incluyen, entre otras cosas, la suspensión de los vuelos chárter entre Rusia y Turquía, la prohibición de emplear trabajadores turcos en empresas rusas y el restablecimiento de visas entre ambos países, según el texto publicado por el Kremlin.
El presidente de Rusia también ordenó prohibir las importaciones de ciertos productos procedentes de Turquía. También ordenó prohibir o suspender la actividad de las empresas que se encuentran bajo jurisdicción turca.
A partir del 1 de enero de 2016 los empleadores rusos no podrán contratar a ciudadanos turcos. El Ministerio de Exteriores ruso debe enviar a Turquía de manera urgente una notificación sobre cambios en las leyes migratorias, concretamente sobre la suspensión de la política de exención de visados para los ciudadanos de Turquía que estaba en vigor desde el 2011. Esto implicaba que los ciudadanos turcos podían permanecer en Rusia 30 días y los rusos 60 días en Turquía, ambos sin necesidad de obtener un visado.
Por su parte, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan dijo, también este sábado, estar “triste” por el derribo del avión militar ruso. “Hubiéramos preferido que esto no ocurriera, pero ocurrió”, declaró durante un discurso en Burhaniye.
Ante el castigo de Putin, el gobierno de Erdogan recomendó a sus ciudadanos aplazar todo viaje no urgente a Rusia. Este llamado fue realizado debido a las “dificultades que están teniendo los ciudadanos turcos que viajan o residen” y estará en vigor “hasta que la situación se aclare”, según indicó el ministerio de Relaciones Exteriores turco.