El reconocido escritor narra en primera persona el caos vivido en Paiporta durante las primeras horas de la catástrofe, denunciando la falta de ayuda y la angustia de los afectados.
La DANA que golpeó Valencia transformó en minutos el paisaje de Paiporta en un río devastador. Santiago Posteguillo recuerda cómo el barranco del Pollo se desbordó sin aviso previo:
“En apenas 13 minutos, el torrente de agua alcanzó dos metros de altura. Vimos a personas desaparecer arrastradas por la corriente.”
La violencia del agua dejó a la localidad completamente anegada, atrapando a sus habitantes en sus casas y sumiéndolos en una noche de incertidumbre y miedo.
Sin ayuda al amanecer
Posteguillo describe la desoladora escena al día siguiente. Esperaba encontrar fuerzas de emergencia organizando el rescate, pero se topó con el vacío:
“Al amanecer no había Guardia Civil, ni bomberos, ni ejército. Nadie. Solo silencio, barro y destrucción.”
En la plaza principal, el impacto fue aún mayor. Un cuerpo yacía en medio del barro. “Era una joven a la que alguna vez compré agua en su bar. Su madre velaba el cadáver, completamente sola.”
El caos se prolonga
Pasaron 48 horas sin que las autoridades llegaran para brindar asistencia. Durante ese tiempo, los saqueos y el desorden se apoderaron de Paiporta:
“Era como una película de terror. La gente luchaba por lo poco que quedaba mientras todo estaba cubierto de barro. Coches volcados, edificios destrozados, miedo y desolación.”
Desesperado, Posteguillo intentó contactar con el ejército, pero la respuesta no fue alentadora:
“Cuando colgué, le dije a mi pareja: ‘Tenemos que irnos por nuestros propios medios.’”
Un éxodo desgarrador
La salida de Paiporta fue una experiencia marcada por la devastación:
- Cadáveres sin recoger en el camino.
- Filas de personas buscando agua con cubos.
- Calles repletas de coches volcados y restos de edificios.
“Arrastramos una maleta durante kilómetros hasta Valencia, atravesando un escenario que nunca olvidaré,” cuenta el escritor, visiblemente afectado.
Una dura crítica a la gestión política
En su relato, Posteguillo no escatima en señalar la falta de previsión y la negligencia de las autoridades. Denuncia tanto la ausencia de un aviso adecuado como la tardanza en el despliegue de ayudas:
“No se trata solo de no haber avisado. Es aún más cruel no haber ayudado con la energía y rapidez necesarias.”
El escritor compara la política actual con la antigua Roma, afirmando:
“En el siglo I a.C., los políticos se apuñalaban entre ellos. Hoy, parece que apuñalan al pueblo.”
Reflexión sobre el futuro
El testimonio de Posteguillo deja una profunda reflexión sobre la necesidad de mejorar los sistemas de gestión de emergencias y la coordinación institucional:
“Lo que vivimos no debería repetirse. Es fundamental contar con líderes que sepan dirigir y actuar en momentos de crisis.”
Mientras las comunidades afectadas como Paiporta luchan por recuperar la normalidad, las voces de los vecinos exigen que se tomen medidas contundentes para evitar que una tragedia similar vuelva a ocurrir.
La crónica de la Dana SUNAMI de Valencia más real contada por Santiago Posteguillo
Estamos a unos 50 metros del barranco del pollo y se está desbordando y no ha llovido en Paiporta y nadie ha avisado. Lo impresionante es que en 13 minutos había un torrente brutal de 2 metros de agua sin control. Vimos a gente desaparecer en el agua.
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Nos acostamos sin luz ni agua pensando que lógicamente al amanecer estaría la guardia civil, estarían los bomberos, el ejército, pero al amanecer no había nadie.
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¡Adolfo! Sí. Había el cadáver en mitad de la plaza de una joven china a la que yo recuerdo haberle comprado en su bar en la plaza alguna vez alguna botella de agua, pues cuando se me olvidaba comprar agua mineral, con la que… alguna sonrisa se ha intercambiado porque la mujer no hablaba mucho español. Muerta. Y al lado su madre velando el cadáver. Pero no había policía.
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ni ejército. No vino nadie en todo un día. Los coches estaban volcados, todo lleno de barro, silencio, miedo.
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Y hasta la noche.
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No viene nadie. Hay saqueos. No sé si han visto la película La purga. Es lo mismo. Lo mismo.
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Pero, segundo amanecer, vendrán. Amanece. No viene nadie. No hay nadie.
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No puede ser que en 48 horas no venga nadie.
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¿Alguien me lo puede explicar? ¿En España? ¿Siglo XXI? Así que hice una llamada al ejército. No puedo decir lo que me dijeron.
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Sólo que cuando colgué, le dije a mi pareja, hemos de salir de aquí, por nuestros medios. Y arrastramos aquella maleta kilómetros y kilómetros por un espectáculo de devastación como no he visto en la vida, como no creo que la gente se imagina, viendo gente que, como había una manguera, habían hecho cola con cubos de agua para coger agua, cadáveres…
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que todavía no habían podido retirar. Coches volcados, todos los edificios, todos destrozados.
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hasta llegar andando a Valencia. Ha sido muy cruel no avisar, pero es aún más cruel no ayudar con la energía que hace falta. Miren, en el siglo I a.C., los políticos se apuñalaban entre ellos. Y ahora voy a hacer una generalización que es injusta con políticos que yo sé que son honestos y que intentan hacer las cosas bien.
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Pero la sensación que hay en todas las poblaciones de las que yo vengo es que los políticos del siglo XXI apuñalan al pueblo.