El Laboratorio de Restauración de la Diputación de Valencia ha iniciado la restauración de seis joyas pictóricas procedentes del legado atesorado con las Pensiones de Pintura establecidas en 1863. Los trabajos, dirigidos por Aida Roda Ciudad, han comenzado en las dependencias provinciales de Bétera para devolver la luz y el brillo a cinco dibujos de Ignacio Pinazo, pensionado de pintura en 1876, y un boceto del célebre Palleter de Joaquín Sorolla, pensionado de pintura en 1884.
Tal como destaca la diputada de Administración General, Carlota Navarro, “como depositarios de los valiosos fondos pictóricos, que superan las 4.000 piezas, fruto de la centenaria labor de mecenazgo cultural de la Diputación de Valencia, nos preocupamos y ocupamos en garantizar su conservación con todas las garantías artísticas”.
Según Navarro, “nuestro compromiso con el arte conlleva también las tareas de restauración en aquellas piezas que, por el tiempo, han perdido su lustre original y en ello invertimos el esfuerzo necesario, impulsado con un riguroso presupuesto anual y con un equipo profesional excelente”.
“El objetivo final de la recuperación de las piezas es mostrarlas con todo su esplendor a todos los valencianos, beneficiarios finales de la colección, como ya hemos hecho recientemente, en una magnífica exposición sobre el patrimonio documental, pictórico y escultórico de la Diputación a propósito del bicentenario de la institución”, asegura Navarro.
Técnicas de última generación
Los trabajos de Pinazo son cinco academias del natural entregadas por el artista durante su pensión en Roma. Según explica la restauradora Aida Roda, “el papel es un material muy delicado y muy sensible a las variaciones de temperatura y humedad, y a los efectos de la luz, por lo que a lo largo del tratamiento de los dibujos y concluida su restauración es fundamental el control de estos parámetros para garantizar el buen estado de conservación en las obras”.
La especialista en pintura sobre papel, Irene Rodríguez Abad, se ha unido al equipo de Restauración para devolver el lustre a los dibujos de Pinazo montados algunos de ellos sobre los soportes originales del siglo XIX.
Entre otros procedimientos de análisis inicial se utiliza la fotografía macro, “porque nos aporta información importante para el inicio de los trabajos en cuanto a la técnica empleada por el artista, nos permite observar con mayor dimensión los trazos del dibujo, y evidencia rastros de suciedad depositada en la obra”.
Un boceto del célebre Palleter de Sorolla
Las especialistas en Restauración de la Diputación de Valencia también trabajarán sobre el boceto inicial de Sorolla de ‘El Palleter declarando la guerra a Napoleón’, cuyo original fue expuesto recientemente la muestra sobre el patrimonio documental y artístico de la Diputación.
Esta obra fue el tercer y último ejercicio realizado por Sorolla, bajo el pseudónimo ‘J’, en la oposición realizada en 1884 para acceder a la pensión de pintura en Roma de la Diputación de Valencia.
El bisturí sobre el arte
Sobre el plazo estimado para finalizar los trabajos, Roda apunta que “es difícil hablar de fechas, puesto que muchas veces en los procesos de restauración surgen condicionamientos inesperados que alargan los trabajos. Cuando metes el bisturí es el paciente, en este caso la obra de arte, quien te da los tiempos”
Hay que estudiar anversos y reversos de cada una de las piezas, “porque el papel, al igual que otros soportes artísticos, desvela muchas sorpresas al ser estudiado en toda su profundidad”, aclara Aida Roda.
Dibujos de Pinazo enviados desde Roma
Ignacio Pinazo Camarlench consiguió su plaza de pensionado en Roma en 1876. El tribunal de la oposición estuvo presidido por Teodoro Llorente e integrado por Salustiano Asenjo, José Fernández Olmos, Rafael Montesinos, Miguel Pou y Francisco Peris.
Pinazo se impuso al resto de aspirantes en los diferentes ejercicios realizados, una academia del natural realizada en ocho sesiones y un óleo que desarrolló el tema elegido por el tribunal, ‘Ausiàs March leyendo sus poesías al príncipe de Viana’. La pensión para el estudio de pintura en Roma por término de tres años estaba dotada con 3.000 pesetas cada año.
Antes de marchar a Roma, el tribunal asignó a Pinazo como tema de fin de pensión ‘El Rey Don Jaime en el lecho de muerte entregando la espada a su hijo Don Pedro’ que debería entregar al finalizar el tercer año de estancia en Roma, una estancia que finalmente se prorrogó seis meses más a petición del pensionado, tal como constata la historiadora Carmen Gracia en su estudio sobre ‘Las pensiones de pintura de la Diputación de Valencia’, publicado por Edicions Alfons el Magnànim en 1987.
Desde Roma, Ignacio Pinazo remitió 16 academias (ocho del antiguo y ocho del natural), dos estudios de colorido representando niños, un óleo representando a ‘Baco Niño tañendo flautas’ y un tema de historia representando a ‘Las hijas del Cid abandonadas en el bosque por los condes de Carrión’.
La maestría de Pinazo era tal que, en 1879, la Diputación expuso al público en La Lonja los trabajos de su pensión “sin contar con el dictamen que reglamentariamente debían de emitir los profesores de la Escuela de Bellas Artes”, explica Carmen Gracia en el estudio citado.
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