Llega el momento de guardar las prendas de abrigo y dejar la piel al aire libre. Pero, sin las precauciones adecuadas, la búsqueda del codiciado tono bronceado puede traer consecuencias poco deseadas. Los expertos ofrecen diez consejos para disfrutar del sol sin que la salud se resienta.
El sol tiene efectos positivos sobre el estado de ánimo y, gracias a él, nuestro organismo produce vitamina D, que es muy importante para los huesos y para los sistemas inmune, cardiovascular y respiratorio. Pero el sol también es la principal causa del envejecimiento prematuro de la piel, e incluso puede llegar a producir cáncer cutáneo.
Así, es fundamental protegerse bien y no dar credibilidad a los mitos que circulan sobre el sol y la piel.
“Uno de ellos es que al tener la piel bronceada, las radiaciones no afectan de igual modo. Sin embargo, el hecho de que una persona esté morena no evita que las reacciones de los rayos UVA puedan producir arrugas, fotoenvejecimiento, manchas e incluso cáncer”, advierte la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV).
“Si bien el bronceado es un mecanismo natural de protección de la piel, su efecto es desigual entre las personas y no impide el daño sino que sólo lo atenúa, por lo que estar bronceado no debería justificar una exposición prolongada al sol sin añadir medidas adicionales de protección”, apunta esta entidad.
“Sea cual sea nuestro color de piel, todos somos susceptibles de quemarnos o sufrir otros efectos negativos a causa de la exposición a la radiación ultravioleta. Pero, aunque todos tenemos que tomar precauciones para proteger nuestra piel, hay personas que deben ser especialmente cuidadosas. Concretamente, quienes tienen la piel clara; son rubios, pelirrojos o tienen el cabello de color castaño claro; los pacientes en tratamiento por cáncer de piel y las personas con antecedentes familiares de cáncer cutáneo”, detalla la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA).
En este sentido, Josep González Castro, director del Instituto de Dermatología Avanzada (IDERMA) y miembro de la AEDV, destaca que el sol “se puede tomar, siempre que sea con precaución. Por ello, todos los dermatólogos insistimos en la necesidad de seguir unas recomendaciones básicas para proteger la piel de los rayos ultravioleta”.
Asimismo, el especialista enumera diez consejos para cuidar la piel frente a los efectos adversos que el sol puede ocasionar.
1. Conocer el fototipo de piel de cada uno y consultar el índice de radiación ultravioleta del lugar en el que se va a producir la exposición solar. Dicho índice depende de varios factores como la hora del día, la estación de año, la altitud, la latitud, los factores atmosféricos, etc. El especialista manifiesta que hay que extremar la precaución cuando los índices de radiación ultravioleta superan el nivel 5 o 6.
2. Evitar la exposición directa al sol entre las 11.00 y las 16.00 horas. Además, es necesario tener en cuenta que aunque el cielo esté nublado, entre un 70% y un 80% de los rayos ultravioleta siguen llegando a la piel. El dermatólogo también recomienda que las primeras exposiciones solares de la temporada sean progresivas y en movimiento.
3. Acordarse de las zonas más sensibles del cuerpo. Así, hay que tener una precaución especial con la cara, los labios, el cuello, la cabeza, el escote, los senos, las orejas y el dorso de los pies y no olvidarnos de ellos a la hora de aplicar el protector solar.
4. Prescindir de los productos cosméticos que contengan alcohol como perfumes, colonias o desodorantes, entre otros, antes de la exposición solar, ya que su uso puede provocar la aparición de manchas.
5. Consumir una cantidad adecuada de fruta fresca y verdura, pues estos alimentos ayudan a prevenir el envejecimiento cutáneo producido por el sol.
7. Aplicar el protector de forma generosa sobre la piel limpia y seca, al menos media hora antes de la exposición solar y sin usar ningún perfume, cosmético o maquillaje. Asimismo, el experto subraya que las cremas solares se deben reaplicar, al menos, cada dos horas o de manera más frecuente en ciertas situaciones, por ejemplo, si se está practicando ejercicio físico, si tenemos una sudoración importante, etc.
8. Llevar gorra o sombrero para evitar la radiación directa sobre la cabeza. Los ojos también necesitan una protección especial, por lo que habría que usar gafas de sol que absorban la radiación ultravioleta.
9. Ducharse utilizando geles suaves tras la exposición, pues la piel queda deteriorada por el efecto del sol, del aire, etc. Tras la ducha, es necesario aplicar una crema hidratante que nutra, refresque e hidrate la piel.
10. Evitar la exposición directa al sol durante el embarazo, tras el parto y cuando se toman anticonceptivos orales u otros medicamentos fotosensibilizantes. En estos casos hay que usar productos de alta protección por el riesgo de aparición de melasma.