Alexander Efimov, de 33 años, bebió una botella de vodka y fue hacia el comercio donde trabajaba su mujer para rociarle gasolina. Después le echó la culpa a la joven porque se había negado a volver a ser su pareja. Ella murió y él fue condenado a 18 años de trabajo forzado. Este caso provocó un fuerte reclamo de nuevas leyes en Rusia contra la violencia de género. LAS IMÁGENES PUEDEN HERIR SU SENSIBILIDAD