JUAN FERRER. Economista. Militante del PSPV y ex concejal del Ayuntamiento de Valencia.
El PSPV aparece en los últimos días como una organización agitada y convulsa. Nada mas lejos de la realidad. En el PSPV, la mayoría abrumadora de los militantes saben lo que quieren y cómo lo quieren. Hay elementos organizativos, y en ocasiones doctrinales, que han tomado cuerpo y difícilmente se pueden rebobinar. Se quiere acabar con el caciquismo, propio del XIX, mediante el cual se forman las direcciones y se perfilan las mayorías.
Se quiere finalizar la presión de los pequeños barones de comarca sobre las direcciones elegidas democráticamente, pero no se acepta la sustitución de 26 barones comarcales por la obstinada presencia y férula de tres direcciones provinciales. Sin el fin de las “familias”, la estructura provincial, no solo no resuelve, sino que agudiza, la “influencia” de las mismas sobre la estructura de dirección del partido, se concentra el poder y se exacerba su administración.
No se trata de reovación, si o no, se trata de limitación de las actitudes caciquiles y su materialización en la estructura, organización y dirección del PSPV.
Los militantes del PSPV quieren, cosa de las que no pueden ya renunciar ni lo va a hacer:
Elección de Secretario General mediante primarias amplias, es decir, voto de los militantes, mas voto de los simpatizantes censados, mas voto de los miembros de las sectoriales, no censados en los dos anteriores.
Elección de los candidatos en todas las circunscripciones mediante primaria abiertas, no solo los colectivos relacionados en el punto anterior, sino también, al estilo francés, los que se inscriban par elegir mediante una aportación, simbólica pero “implicadora”.
En otro orden de cosas, los militantes quieren que se escojan los representantes, cargos, miembros de los equipos de gobierno y/o oposición, mediante el estricto criterio de mérito y capacidad. Sin el cual toda apuesta para arrebatar el gobierno al Partido Popular, no solo es una quimera, peor, es una falacia.
Los militantes del PSPV además quieren que el acceso a las responsabilidades orgánicas, del tipo que sean, no supongan para quienes acceden, un atajo en su carrera profesional, por no decir abiertamente, un sustitutivo de su inexistente carrera profesional. No hay nada mas perverso para la capacidad de autonomía y discernimiento de un responsable político, que contemplar su discrepancia como base ineludible de la renuncia a su proyecto personal de vida. Es un chantaje sofisticado, que lo promueve la dirección y lo asumen los “dirigidos” en la medida en que no tienen ningún otro “modus vivendi”. Después hablemos de “igualdad”.
El problema de las organizaciones políticas es que se han convertido en refugio de los que no tienen una carrera profesional autónoma. Es el origen de muchas subordinaciones y el principal motivo de la lucha por el reparto de los despojos. Si no se corrige, todo lo deseado hasta aquí, no existe, no existirá. Es como el deseo de libra a los Secretarios Generales de la presión omnímoda de 26 secretarios comarcales, si no desaparecen los tics caciquiles, la concentración en tres provincias de toda la influencia caciquil, la hacen mas insoportable, ingobernable.
La concentración en tres provincias requiere la liquidación de las familias. Una cosa sin la otra no casa. Solo se concentra el poder en menos manos, es la evolución normal de todo proceso feudal, como lo es el de la familias.
Recuperar las comarcas es ahora una exigencia. El PSPV ha perdido la capilaridad para llegar a los rincones mas recónditos del territorio, no ha solucionado, sino que ha agravado mediante la concentración de poder, las presiones sobre los Secretarios Generales y ha procedido –el Banco de España ya lo habría querido para el sector financiero- a dar paso a un proceso de concentración y fusiones que ha abducido las tesorerías, pero poca cosa mas.
Finalmente y en u segundo plano, hay que rebobina decisiones que han sido no un fracaso, sino una deliberada maniobra para destruir al PSPV: el desmembramiento de la agrupación Municipal de Valencia.
Ignasi Pla tuvo una asignatura pendiente: penetrar su “familia” en Valencia, no lo consiguió y así le fue.
Alarte ha querido conjurar el asunto y resolvió en clave de “disolución”. No hay que subrayar que la actitud de Pla fue mas honesta, mas noble y mas sensata que la de Alarte. El resultado muy similar. Unos por no “penetrar” otros porque para “penetrar” debían “conveniar”, el ganador de ambas tácticas ha sido siempre, desde 1997 José Luís Ábalos.
Hasta 2003 la clave era Valencia, ahora está todo patas arriba.
Éstas, se quiera o no, son las cosas que han descompuesto y degenerado al PSPV. Las claves de la solución están en el genoma de sus problemas.
No se puede pedir mas, si esto no se soluciona. No se puede correr antes de aprender a andar.
Si estos elementos básicos se solucionan, queda abierto el camino para resolver todo lo demás. Entre tanto estos estrangulamientos se manifiestan y actúan como auténticas férulas al pensamiento y acción socialistas.
Finalmente. La forma de sobreponerse al esquema de familias es “amasar” una mayoría tan amplia que nadie pueda sentirse incómodo dentro de ella, pero que nadie (ninguna familia) pueda sentirse, y lo sea, determinante.
Estos son los equilibrios que deben, básicamente, construirse en el XII congreso del PSPV.
Si esto se consigue, el acuerdo respecto de las políticas, tal y como se ha evidenciado en las dos últimas semanas, no es problema, está garantizado.
Una vez mas se ha argumentado para fundar las discrepancias, las diferencias en las políticas, que, finalmente, se perciben comoin existentes.