Jesús Peris Llorca
Profesor de Literatura
Uno de los males de España -a un tiempo efecto y causa- es que los medios de comunicación madrileños son también los “medios nacionales” y a menudo no distinguen entre ambas condiciones. Así, la información local es muchas veces confundida con información de relevancia fundamental para la mayoría de los españoles y, por ejemplo, si nieva en la Sierra de Madrid pueden abrir el telediario con ello con absoluta naturalidad. No pueden concebir que haya españoles tan toscos y provincianos que les interese más saber si ha nevado en la Serra de Mariola porque, entre otras cosas, la tienen más cerca.
Recuerdo por ejemplo que cuando era niño me enfadaba mucho que María Luisa Seco (…) decía que las vacaciones de Pascua empezaban cuando empezaban en Madrid
Recuerdo por ejemplo que cuando era niño me enfadaba mucho que María Luisa Seco (¿alguien se acuerda de María Luisa Seco, la presentadora de la “programación infantil” de TVE allá por el mesozoico?) decía que las vacaciones de Pascua empezaban cuando empezaban en Madrid. Y lo que es peor, que acababan cuando acababan en Madrid. Mis días de comienzo y final de las vacaciones eran sistemáticamente ignorados por la tele. La Programación Infantil de TVE -y Estudio Estadio- fueron una gran escuela de “nacionalistas periféricos”. Y encontraron después -y hasta hoy, con desparpajo suicida- dignos seguidores.
Lo digo porque normalmente me importa bastante poco la política local de Madrid, que si Ana Botella es muy cutre, que si tienen huelgas de basuras o, antes, muchas obras en las calles. Tan sólo me escandalizo a veces cuando escucho al tal Antonio Miguel Carmona, el candidato socialista a la alcaldía de la capital, el que acaba sus mítines al grito de “pim pam propuesta”, balbuceando, entre otras cosas, soflamas nacionalistas españolas los sábados en la televisión. Por ello mismo, también me había dado bastante igual la figura de Tania Sánchez. Como mucho, había situado su nombramiento como candidata regional de IU después de unas primarias entre los buenos síntomas que hacían que casi no reconociera a la Izquierda Unida en la que yo milité en los años 90: Cayo Lara dejando paso a Alberto Garzón, un joven con las ideas claras y solidez ideológica y discursiva o, lo que a mí personalmente me pasmó más, a Ignacio Blanco ganándole las primarias en el País Valenciano a Marga Sanz. ¿Qué habrá sido de Gloria Marcos, y su intransigencia y su encanto centrifugador?, me preguntaba yo. ¿Dónde está la vieja pulsión de muerte, autodestructiva, del partido o de la coalición de partidos, vaya usted a saber, en el que milité con una ilusión en la capacidad de la política por mejorar la sociedad que dudo que pueda volver a tener?
¿Qué habrá sido de Gloria Marcos, y su intransigencia y su encanto centrifugador?, me preguntaba yo
Por eso, lo confieso: he empezado a interesarme en la figura de Tania Sánchez cuando anunció su salida de Izquierda Unida. Porque todo me resultó muy familiar. Esa sí es la Izquierda Unida en que yo milité: un partido en la que se pasa más tiempo preparando la próxima asamblea para derrotar al compañero que luchando todos juntos por la justicia social. Ese es, por cierto, como después descubriría, un comportamiento habitual también en otros partidos de izquierda.
No quiero aburrir con historias del abuelo Cebolleta, pero intentaré resumir una: Corrían los tiempos en que Eduardo Zaplana estaba poniendo las bases de la red clientelar pepera que acabaría por saquear la Comunidad Valenciana y yo militaba en Esquerra Unida del País Valencià. Son también los tiempos cuando la gente de Nueva Izquierda -de Nova Esquerra- nos traicionó. Y, aunque no creo que ya nadie se acuerde de ello, vamos a llamar a las cosas por su nombre: nos traicionó. Montaron una escisión en Madrid y arrastraron consigo a sus peones de provincias. Entre ellos, a Albert Taberner, el coordinador general de Esquerra Unida del País Valencià, que se escindió mientras coordinaba Esquerra Unida del País Valencià básicamente porque le tocaron a rebato desde Madrid, donde su referente estatal no era mayoría. Hay que decir en su descargo que de ahí se marchó a su casa. No sé qué fue de él después. De Diego López Garrido, el líder estatal, sí lo sé: fue Secretario de Estado en el gobierno de Zapatero. Y de Ricardo Peralta, personaje prominente de Nova Esquerra en Valencia, también: acabó siendo Delegado del Gobierno con el PSOE y enviando a los antidisturbios a repartir estopa contra quienes intentaban impedir la destrucción del Cabanyal.
Después hubo más historias y más escisiones. Pero yo ya no estaba. Al final, Gloria Marcos casi lo consigue, y se queda sola y convierte EUPV en EPGM (El Partit de Glòria Marcos). Y todo eso me dio mucha pena. Porque cada vez que hay elecciones tengo que pensar para no coger la papeleta con el logo del que fue mi partido, del que todavía lo es, porque partido solo hay uno y esas siglas duelen. Porque yo soy de los que piensan que Mònica Oltra o Joan Ribó tienen mucho más en común con Ignacio Blanco o con Amadeu Sanchis que con Enric Nomdedeu o Consol Castillo. Pero las cosas son como son.
…parecía que sí, que esta vez era la buena. Que la izquierda había aprendido la lección, porque los tiempos no están para frivolidades…
Y por un momento, pese a todo, parecía que sí, que esta vez era la buena. Que la izquierda había aprendido la lección, porque los tiempos no están para frivolidades, ni competiciones de ortodoxia, ni para negociaciones de todo o nada, ni para todos unidos pero que sea detrás de mí. Porque otro gobierno del PP -o una Gran Coalición- sería devastador para todos los que no tenemos cuentas en Suiza.
Por eso me ha interesado y me ha puesto muy triste la historia de Tania Sánchez. Porque me suena, conozco el argumento. Porque es la historia de siempre. Y porque al final, como en tantas cosas, como en la vieja historia de cuando “ganamos” un congreso de EUPV y no sirvió para nada, en la izquierda presuntamente federalista también la información local de Madrid se acaba convirtiendo en información “nacional”. Es decir, porque, hoy como ayer, “quan el mal ve d’Almansa, a tots alcança”.