Licenciado en Filosofía y Letras y
Doctor en Historia por la Universidad de Valencia. Académico de la RACV.
Muchos países del mundo celebran anualmente el Día del Árbol, como aldabonazo anual a las conciencias humanas para hacerles ver la necesidad, cada vez más acuciante, de restablecer la cubierta vegetal, sistemáticamente degradada por la acción humana, en unos casos por necesidad, tanto para la puesta en cultivo de nuevas tierras que proporcionen más alimentos ante su creciente demanda por el progresivo aumento de la población, como de madera para sus distintas, necesarias y legítima aplicaciones. En otros casos la degradación se produce a caballo del delito y con el incendio de los bosques se persiguen fines lucrativos ilícitos, calmar frustraciones personales o vengarse de supuestos agravios individuales o colectivos.
Por ello, anualmente se nos pide que, como socios de este proceso, paguemos regularmente nuestra cuota plantando un árbol por lo menos o ayudando a plantarlo.
Yo, el año pasado, planté cuatro, dos pinos y dos alcornoques; otros años he plantado más, pero con más o con menos todos los años pago fielmente mi cuota.
En la Real Academia de Cultura Valenciana celebramos anualmente el Día del Árbol el 31 de enero, hace más de doce años lo instauré yo y, ahora, lo continúa con gran éxito el Prof. José Fº Ballester Olmos. Una conferencia a cargo de algún especialista y, después, el regalo de uno o varios árboles a los asistentes para que los planten donde puedan. En muchos otros lugares se hace colectivamente, generalmente con los niños de las escuelas para que se les cree la necesaria consciencia sobre su necesidad y, al respecto, recuerdo la repoblación que hicimos con parejas de ellos en la Albufera de Anna dotándola de la exuberante arboleda que hoy la rodea.
El árbol es compañero inseparable nuestro en la gran aventura biológica que se inicio en la Tierra hace 3.800 millones de años. Hace unos seis millones los abandonamos para marchar erguidos por las llanuras, fuera del bosque, comenzando el bipedismo y liberando las manos con las que empezamos a fabricar útiles, instrumentos; comenzó entonces la Era Tecnológica, hoy tan desarrollada, pero que, durante los millones de años posteriores se limitó a fabricar un filo y una punta ( dos filos convergentes).
Instrumentos que luego servirían para cortar y abatir los árboles que, durante miles de años, nos habían servido de hogar y de despensa.
Se dice que fue durante el Neolítico, con la gran revolución que originó la domesticación vegetal, agricultura, y la animal, ganadería, cuando la necesidad de pastos para el ganado y de tierras para el cultivo condujo a la tala o incendio de los bosques con esta finalidad, teoría que está por demostrar aquí, donde, entre la masa forestal existían suficientes espacios abiertos para la práctica de ambas.
El árbol es el señor del paisaje; es la esperanza en el desierto; la cartelera del amante; el soporte de la comunicación, la ciencia, la literatura, la historia y el pensamiento; da vida al valle y a la montaña; es fuente de vida; hogar de muchos; alimento de otros.
El árbol es el traje de gala con el que se viste el Reino Vegetal para alcanzar el cielo; es el calor en el crudo invierno; es sombra fresca en el tórrido verano. Bajo tu copa redonda tu viste pasar mi infancia escribió el poeta de Anna, Pedro Talón, con referencia a un pino rodeno, árbol singular y entrañable que por su estructura y dimensiones permitía nuestros incansables y constantes juegos infantiles durante las interminables tardes veraniegas. Y árboles emblemáticos como éste existen y han existido, formando parte de lo que hoy se llama el imaginario o conciencia colectiva de una comunidad, en la mayor parte de nuestros pueblos y ciudades. Recordemos La Lloca de Canals, el ciprés del Prado en Gandía, o la noguera de Chimo en Moixent, entre otros muchos.
Este año plantaré cien, el año próximo, si Dios quiere, volveré a plantar uno por lo menos. Uno de mis amigos piensa plantar varios miles, otros unos cientos ¿Cuántos puede plantar usted? Si no ha plantado ninguno, reflexione y si tiene posibilidad plante uno al menos, todavía está a tiempo. ¿Lo hará? Ya vorem.