Julia García Muñoz.
Arquitecta.
Seguro que aquellos que habitualmente trabajan frente a un ordenador o permanentemente pegados al teléfono, han pensado que eso mismo lo podrían hacer desde su casa, ahorrando así tiempo y dinero en los desplazamientos hasta la oficina.
En esencia, eso mismo es lo que ofrece el Trabajo a Distancia, que se caracteriza por el uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs). Con ellas se puede gestionar las tareas diarias de un profesional desde cualquier lugar, como su propia casa, una cafetería o la habitación de un hotel, ya sea en su ciudad o en las antípodas.
Según el informe publicado en febrero de este año por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y Eurofound, en España solo un 6.7% de los empleados y un 25% de los autónomos ‘tecnológicos’ ejerce su profesión desde casa. Aún es un porcentaje bajo, pero poco a poco va en aumento gracias sobre todo a la generación de ‘jóvenes’ nacidos entre mediados de los 80 y el año 2000, los también llamados Millennials.
Los Millennials son nativos digitales, habituados a los TICs, que usan para todo y, prioritariamente, para trabajar. Son jóvenes que no sienten la necesidad de comprar vivienda o buenos coches. Lo importante para ellos es estar cómodos donde sea, ser valorados por su trabajo, evitar el enjaulamiento de una oficina y tener un horario laboral flexible. Por eso buscan empleos en los que puedan seguir siendo ellos mismos, sin necesidad de llevar traje de chaqueta o tener que dar explicaciones sobre cómo trabajan y a qué hora lo hacen.
Otro factor importante es que, tal y como comenta Idoia de Paz, directora deHuman Capitalde Deloitte, en su estudio “The Deloitte Millenials Survey 2016”, no hacen una separación entre vida laboral y personal, sino que es una misma y emplean el tiempo como mejor les conviene.
Vivimos en un mercado laboral que muchas veces exige movilidad geográfica, lo que en ocasiones es un impedimento en la búsqueda de nuevos retos laborales. Y al mismo tiempo existe esta alternativa que es prácticamente la situación opuesta, vivir en el mismo espacio donde trabajas.
Y por eso trabajar desde casa es una solución increíblemente práctica, enriquecedora y económica, que se está convirtiendo en algo habitual entre los autónomos que desempeñan tareas de diseño, informática, marketing, fotografía o periodismo, por ejemplo.
Al contrario de lo que se pueda pensar, el trabajo desde casa, implica un alto grado de disciplina y organización. La responsabilidad es un factor clave ya que no siempre es fácil aunar la vida personal con la laboral.
Físicamente la vivienda cambia. Dependiendo del tipo de tarea que se desempeñe, puede ser suficiente tener un pequeño escritorio en la esquina del salón o dedicar hasta un 50% de la superficie del hogar al espacio laboral, por eso es muy importante poder redistribuir los espacios de la vivienda, ser versátil y configurar estancias multifuncionales.
Si fuese necesario mantener ocasionalmente reuniones con clientes, ha de adaptarse un espacio adecuado o, como alternativa, alquilar una sala en un business center o mantener la reunión en una cafetería.
Los TICs son la clave para desarrollar el trabajo en casa. La vivienda debe estar ‘hiperconectada’ a internet y contar con los dispositivos necesarios para gestionar eficazmente las tareas diarias. Los Smartphone, PC, tableta, portátil… son los aparatos con los que acceder a todo tipo de información, gestionar a tiempo real los procesos productivos y estar en contacto con los clientes, ya sea por teléfono, correo electrónico, WhatsApp o videoconferencia.
La flexibilidad es una enorme ventaja, pues el horario y calendario de trabajo puede organizarse a la medida y modificarlo dependiendo de las necesidades familiares o urgencias laborales, sobre todo cuando surge algún imprevisto. Pero existe el riesgo de que esto pueda convertirse en un arma de doble filo porque cuando la carga de trabajo es enorme se puede llegar a perder la noción del tiempo y dedicar jornadas demasiado largas a determinados proyectos laborales, provocando roces de convivencia con la familia. Es por ello que el perfil más habitual de este tipo de profesionales es el de solteros o parejas sin hijos.
Los desplazamientos personales, por tanto, quedan restringidos a los fines de semana y las vacaciones, lo que conlleva un gran ahorro de dinero, tiempo y energía.
¿Cómo va a afectar este nuevo estilo de vida a la sociedad que hemos conocido hasta ahora?
En las próximas décadas asistiremos a una transformación radical de nuestro entorno y costumbres. Los grandes edificios de oficinas puede que se conviertan en un recuerdo del pasado y los horarios comerciales puede que se extiendan a las 24 horas para adaptarse a los nuevos formatos de familia que viven y trabajan sin compartir el mismo horario y lugar de trabajo que los demás.