Aarón Cano
Estos dos conceptos, participación y ciudadana, pueden haber sido de los más usados por parte de cualquier político que se precie en los últimos lustros, y como no podría ser de otra forma el Ayuntamiento de Valencia y su alcaldesa han sido de los que más han utilizado el dichoso término. Pero por mucho que se haya utilizado, lo único que se ha conseguido con esto, es desgastarlo y adulterarlo.
Rita Barberá y su equipo de Gobierno, pueden repetir hasta la saciedad el dichoso término como un niño castigado en la esquina de la clase, pueden aprenderse sus normas básicas, pero de ahí a ponerlo en práctica con eficacia y creyendo en sus virtudes, no hay un trecho, hay galaxias.
El Partido Socialista del País Valencia (PSPV) cuando gobernaba el ayuntamiento, en 1991, dejó redactada una Carta de Participación Ciudadana, que no dejaba de ser más que el embrión de una intención de desconcentración de las administración local a lo largo y ancho de toda la ciudad de Valencia, con el fin de conseguir que la Casa Consistorial estuviera mucho más cerca de sus administrados.
Para conseguir este fin las Juntas de Distrito y sus reuniones periódicas deberían servir para el doble cometido de dar cuentas a la población sobre las acciones de su ayuntamiento y escuchar las reclamaciones vecinales al respecto de las deficiencias que pudieran existir en sus barrios. Problemas que podrían resolverse tanto desde la propia administración local o desde otras instancias donde el ayuntamiento haría de correa de transmisión de estas reivindicaciones.
Pero pasados 20 años, y esto no es un tango, nada de esto ha evolucionado, convirtiendo éste en un modelo de participación que no iguala a la ciudadanía con su Ayuntamiento si no que la aleja, un modelo que se ha desarrollado hacia la jerarquización y por consiguiente, no ha supuesto una mejora en los servicios que las Juntas Municipales de Distrito ofrecen a la Participación Ciudadana. El Ayuntamiento de Valencia es visto como un gigante ajeno a la población cuando debería ser justamente todo lo contrario.
Además y si ya tuviera pocos alicientes acercase por las Juntas de Distrito y con la excusa de la crisis, las pequeñas subvenciones que se otorgaban a través de éstas, han desaparecido han sido fulminadas, porque según Alfonso Grau (Primer Teniente de Alcalde) muchas organizaciones tenían la “pillería” de pedir subvenciones en las Juntas Municipales y en el ayuntamiento.
Si éstas son las explicaciones para acabar con ellas es fácil llegar a la conclusión de que las subvenciones en el ayuntamiento no se han gestionado correctamente, ¿cómo se habrán gestionado mayores cantidades?, ¿Cómo hemos llegado a tener más de 900 millones de euros de deuda?.
Aún así, esto no es ilegal, ni alegal, por lo tanto, no confundamos pillería con el aprovechamiento de los recursos disponibles, pillería, en voz alta, es regalar bolsos de Louis Vutton y aceptarlos, sabiendo de quien vienen.
VLC Ciudad/Redacción