Artista plástica.
“Que las calles sean nuestras brochas, y las plazas, nuestras paletas”
V. Mayakovsky.
En los años posteriores a la Revolución, cuando se consolidan en Rusia las vanguardias artísticas, nacidas como arte antiburgués y destinadas a limpiar la cultura de las manifestaciones más snobs, elitistas y esteticistas, Mayakovski publica el decreto futurista de la democratización de las artes. “A partir de ahora (…) se suprime la clausura del arte en los almacenes y cobertizos del genio humano: palacios, galerías, salones, bibliotecas, teatros. En el nombre de la igualdad de cada uno ante la cultura, la Palabra Libre de toda persona creativa estará escrita en los muros de las casas, las vallas, los tejados, las calles de nuestras ciudades, en las espaldas de los automóviles, tranvías y en los trajes de todos los ciudadanos”.
Y así fue, ahora en Valencia, un siglo después. Visitando el festival Intramurs que duró algo más de una semana y se terminó el domingo pasado, he recordado este texto. Lo nuevo es lo viejo bien olvidado… Han sido días intensos y emocionantes para los artistas, los coordinadores, el público. Despertar el interés de la gente por la cultura, por el arte y el pensamiento contemporáneos, aumentar su participación, reivindicar el uso creativo de los espacios públicos fueron los propósitos principales del evento.
Decía un escritor satírico ingles que el caos siempre triunfa sobre el orden porque está mejor organizado. Este fue un gran y maravilloso caos, no tanto por los fallos de organización sino porque en este tipo de eventos el orden es una empresa inútil e imposible. Fue imposible verlo todo, fue imposible vivir la calle durante una semana entera. Hice mi propia antiruta: fluí con las corrientes de gente que encontraba por el camino, enterándome así de las cosas que me interesaban.
Intervenciones y apropiaciones de los espacios públicos, graffitis, instalaciones, performances, recitales de poesía, acciones poéticas y subversivas, mesas redondas, desfiles, talleres, exposiciones, diseños de escaparates, conciertos de música, arte sonoro, programación para niños, en total alrededor de 300 obras y actividades completaron Intramurs 2015.
El espacio IDEO fue uno de los lugares claves, el receptáculo perfecto de las fiestas, conciertos, acciones. Con iluminación impecable, lleno de color, lúdico, acogedor, desenfadado, un jardín en plena urbe, con el escenario, las barras, las bebidas y otros bienes y males necesarios en un festival.
El país invitado este año fue Holanda, una gran referencia del arte público. La obra que a la perfección corona Intramurs 2015 es sin duda la intervención urbana participativa de la holandesa Monique Bastiaans, “Ejercicios para crecer”. El lugar intervenido es la emblemática plaza de la Virgen, en la que en el transcurso de decenas de años no hubo una actividad artística que no fuese de carácter religioso. Bueno, aparte del mítico concierto ofrecido en esta plaza por la banda de Emir Kusturica en junio del 2001 dentro del marco de la Bienal de las Artes de Valencia ¡que recuerdos!, cuando irrumpieron en el Almudín con un esparcimiento simbólico de la tierra. La traían en camiones desde el mismo Sarajevo. Pero en la plaza solo hubo música, y, eso sí, también mucha emoción y euforia. Ahora, de la mano de Monique Bastiaans, la plaza de la Virgen está invadida por un campo de cebada, como homenaje al trabajo manual, la reflexión sobre lo individual y lo común. Cada espiga es única, está hecha a mano por la artista o por algún voluntario, pero forma parte del gran campo colectivo, 4200 piezas ubicadas en los 500 metros cuadrados de la plaza. Las espigas están plantadas sobre unas bases que recrean la celosía de los palacios de la Alhambra granadina. El dibujo ornamental se percibe mejor desde una altura elevada. Está ideado como un pequeño laberinto por el que pasear entre las espigas.
La poética de esta obra continúa la línea discursiva propia de la artista. Cada instalación se crea pensando en el espacio al que va destinada, la obra y el espacio son inseparables, uno se concibe a través del otro. La repetición o la acumulación de los elementos orgánicos, en su mayoría traídos de la naturaleza, emula bosques, junglas, jardines, irradia energía vital, aire fresco, activa todos nuestros sentidos. El espacio, urbano o natural, se transforma ante nuestros ojos, de pronto nos encontramos muy lejos de aquí, en otro lugar, en otro tiempo, devueltos a la magia ancestral, a los ritos colectivos, a la unión con la Naturaleza, con la Madre Tierra… Los materiales con los que trabaja la artista son diversos, pero la materia base de su obra es la interacción con la gente, la participación ciudadana en su elaboración y en el disfrute activo de ella.
Me parece un acierto y un acto de valentía por parte de la artista el recurrir a los símbolos de la cultura islámica como una de las culturas y religiones que más influyeron en la historia de Valencia. La renuncia al dominante carácter católico de la plaza es un paso importante hacia la laicidad de lo público, como condición necesaria para la libertad de conciencia y el respeto entre la gente de diferentes creencias y confesiones. La ‘marca’ distintiva de Valencia actual, opino, no es solo la multiculturalidad y la convivencia de la gente de diversas culturas en el mismo territorio geopolítico, sino también y sobre todo su integración en la cultura y la vida valencianas, la colaboración, el trabajo conjunto del día a día.
La esperanza de Monique, igual que la de todos nosotros que formamos parte del colectivo de artistas de Valencia, es la revalorización de la cultura, del arte contemporáneo como el contenedor de las ideas más innovadoras y progresistas, el perfecto ‘abrementes’, la base del nuevo orden social. El arte como lenguaje comprendido por todos, portador del mensaje de la paz y la igualdad, como el vehículo que nos llevará de vuelta a los valores humanos universales que parecen estar perdidos o confundidos en esta sociedad de rivalidad y de consumo desenfrenado.
En la ruta de las exposiciones en los espacios comerciales está el Tapinearte donde Jose Plá presenta su ‘Suite magenta’, una serie de trabajos de serigrafía manual. Con referencias a los maestros serígrafos Rauschenberg, Polke, Warhol, la obra de Jose Plá se construye con imágenes fotográficas repetidas (flores, ojos, ramas de los árboles), superposiciones, gestualidad, color intenso. El color tiene tanta fuerza que al entrar casi da vértigo y te quedas maravillado, invadido, conquistado por este explosivo rosa magenta.
‘Remendar, Ocupar’, la exposición Colectiva de Anna Maria Staiano, Almudena López y Myriam Moreno ocupó el espacio Mutatis y Puntos. ¿Qué es una mujer? ¿Qué lugar ocupa? Son preguntas planteadas por estas tres artistas, que trabajan “los tejidos, la artesanía y las formas viscerales, orgánicas e irreverentes”. Realizan las labores y los quehaceres considerados típicamente femeninos pero les aportan una nueva lectura, un nuevo concepto. Con ironía y sin tapujos, combaten el estereotipo de femineidad y revocan la energía creadora de la mujer. Simpáticos, descarados, divertidos son los ‘Bolsos corporales’, the body bags, las ‘Joyas para heroínas’ (los títulos de algunos trabajos de Anna María Staiano), los objetos y las prendas fetiche tejidas a mano de lana de oveja de Almudena López, las telas y las medias desgarradas de Myriam Moreno.
Anna Maria Staiano, una artista polifacética y luchadora feminista, también nos ofrece participar en su performance interactiva ‘90-60-90? ¡Life-Size!’, que consiste en la construcción de piezas basadas en las medidas corporales de voluntarias del público. Una acción participativa que critica el culto al ‘cuerpo perfecto’, los prejuicios y los estándares de la belleza femenina, lo absurdo del modelo ideal de la mujer.