Vicente Betoret
Portavoz adjunto Grupo Popular Corts Valencianes.
Durante las últimas semanas, hemos asistido, no sin cierta perplejidad, a una inesperada actitud de la izquierda radical en contra de los turistas y de su presencia en nuestras ciudades. Tras continuos desatinos en su acción de gobierno, protagonizada por actuaciones más propias de una imaginación recalentada que de la realidad, pasan al ataque directo a uno de los sectores que más está tirando de la economía para salir de la crisis.
Pero no solo la barbarie radical ataca al turismo de manera explícita, sino que la izquierda que nos gobierna ha decidido, de forma más sutil, poner palos en las ruedas de nuestro modelo económico y de la gran tradición turística que tiene la Comunitat Valenciana y la ciudad de Valencia. La simple idea de “estudiar” la imposición de una tasa turística no es, en sí, más que el anuncio de la inminente creación de una traba adicional al crecimiento de un sector económico que está, necesariamente, en continuo proceso de reinvención para adaptarse a las necesidades del mercado. Queda visto, una vez más, que los partidos de la izquierda llenan su discurso de la necesidad de cambiar de modelo económico, pero, en la realidad, basan su actuación en destruir cualquier iniciativa que pueda promover el desarrollo de nuestra economía.
No es casualidad que España sea uno de los principales destinos turísticos en el mundo, hito conseguido, sin duda, por méritos propios, aunque favorecido por la situación política de los países del norte de Africa o del sureste de Europa. Llegar a esta situación es el resultado de muchos años de trabajo y de un gran esfuerzo del sector para conseguir ser una referencia del turismo mundial. La Comunidad Valenciana tiene la obligación de estar a la vanguardia para aprovechar ese tirón turístico nacional y hacer de este sector el motor principal de nuestra economía, complementando la oferta y desestacionalizando el producto, de manera que suponga un refuerzo fundamental para el sector servicios valenciano.
Pretender gravar las pernoctaciones de los turistas en nuestra ciudad supone una debilidad respecto a otros destinos y puede generar, como consecuencia, un impacto negativo en nuestra economía. Con ello, contra la creencia de la izquierda, no se perjudica solo a las grandes firmas del sector sino también a muchas pequeñas empresas y comercios que han hecho del turismo su modelo de crecimiento. La política tributaria no puede funcionar en sentido contrario al modelo económico. Más bien al contrario, la Administración debe invertir en vitalizar continuamente el sector, adaptándolo a los nuevos requerimientos del cliente, globalizando la oferta en nuestro territorio y desestacionalizando el turismo, evitando las limitaciones temporales del modelo de sol y playa.
Ni el turismo ni el turista son nuestros enemigos. España debe mantenerse como un referente del turismo en Europa y la Comunitat Valenciana debe ser un actor principal de ese proceso. Y eso solo puede conseguirse con el esfuerzo de muchos inversores privados que han sabido aprovechar nuestro atractivo potencial para hacer su modelo de vida, pero también con la colaboración, explícita e implícita, de las Administraciones Públicas. Acabar con esta prevalencia, a cambio de un modelo económico cuyas líneas básicas, pese a la reiterada publicidad a que lo someten, no hemos conseguido conocer en estos dos años de gobierno es una temeridad que, en el ámbito económico y de desarrollo, puede salirnos muy cara a todos.