Julia García Muñoz.
Arquitecta.
Somos un país con una tradición gastronómica envidiable: tenemos materia prima de primera, sabemos cocinar y nos gusta comer. Tres sencillas razones por las que nuestros platos se encuentran entre los mejores del mundo y la dieta mediterránea, de la que forman parte, se considera una de las más sanas y completas.
Por lo tanto, no es de extrañar que nuestra vida gire en torno a la comida. Sabemos que alimentarse es un requisito básico para la vida y un derecho de todas las personas, pero, cuando se hace en grupo, el acto de comer es mucho más: es un placer compartido y un momento de estrecha comunicación. No hay evento, festejo, reunión social o laboral que no transcurra o termine en la mesa.
Poco a poco, la tecnología digital ha provocado que los hábitos de la sociedad asociados al comer hayan evolucionado y cambiado notablemente. La relación de redes sociales, blogs y nuevos dispositivos de comunicación con lo que ponemos en nuestros platos es cada vez mayor, es el boom del momento.
Cuando queremos cocinar en casa, buscamos blogs de recetas en internet o accedemos a YouTube donde miles de vídeos nos esperan con indicaciones a seguir paso a paso. Pedir ayuda a ‘mamá’ ya no es necesario, ahora podríamos impresionarla preparando nosotros mismos exquisitos platos ‘comparables’ a los de un restaurante con estrella Michelin.
¿Dieta sana? El 60% de los usuarios de social media eligen alimentos más frescos y bebidas saludables. Informarse a través de las redes sociales y cambiar malos hábitos es tendencia. Para muchos, hacer lo correcto con la alimentación se ha convertido en una rutina diaria, y así se refleja a través de las imágenes de sus comidas que comparten en Instagram o Pinterest. Casi un 30% de los usuarios en la red, casi todos con edades entre los 30 y los 50 años, comparten fotos de su comida o sus últimas experiencias gastronómicas
Si tenemos dudas al elegir el restaurante para la cena, podemos acceder a múltiples páginas con opiniones, comentarios y valoraciones de usuarios reales, que generalmente incluyen fotos del local y del menú. A la gente, le importa mucho más la opinión de personas corrientes que la de un gran crítico culinario. Equivocarse en la elección ahora es difícil.
La alimentación ha pasado a formar parte de la identidad de las personas quienes desean dar a conocer sus inquietudes culinarias y seducir con sus recetas o hábitos alimenticios. Es por ello, que si buscamos en Google las palabras alimentación, gastronomía, cocina, comida o recetas… aparecen millones de resultados relacionados. Y en las redes sociales, hashtag como #food #foodie o #foodporn van asociados a cientos de miles de millones de publicaciones que sirven de inspiración culinaria.
Una vez más Internet se ha convertido en un intermediario, esta vez entre nosotros y lo que comemos. Y no es una sorpresa que este tirón mediático haya beneficiado a muchos. Por ejemplo, la televisión lo ha aprovechado incrementando la emisiones relacionadas con la restauración: programas que nos enseñan a cocinar de un modo más didáctico, cercano y próximo al espectador; y nuevos formatos como los concursos de cocina, documentales sobre procesos de fabricación alimentaria, espacios sobre investigación o incluso algunos reality shows.
También se ha comprobado un incremento notable en la venta de determinados ingredientes, productos e instrumentos de cocina que hasta hace pocos años no tenían cabida en nuestras vidas. Y esto es un filón para las marcas, que se anuncian veladamente entre las recetas de los blogueros o las imágenes que algunos Influencers suben a sus redes. Ahora, procuran estar muy atentos a las fotografías que se comparten y adaptar sus productos a la demanda de los usuarios.
Algunos de los chefs más importantes del país son ya conocidos por el ciudadano de a pie, algo impensable hace relativamente pocos años. A algunos se les considera como dioses gastronómicos, lo que ha obligado a muchos de ellos a actualizarse y abrir canales digitales de comunicación con sus fans.
Y qué decir de los locales de moda con conexión wifi gratis, un reclamo ideal para captar clientes que no están dispuestos a renunciar a internet mientras toman un tentempié. Por supuesto, ya no es raro ver personas comiendo o bebiendo a la vez que se deleitan conversando con su SmartPhone.
Puede que acabemos ‘empachados’ de esta moda, que se considere de mal gusto tanta exhibición de abundancia en un mundo con grandes carencias alimentarias para buena parte de la población, pero podríamos aprovecharla mientras tanto para aprender a alimentarnos mejor.