Cirujanos plásticos con poca experiencia y, en ocasiones, sin título están causando graves daños a los pacientes en los quirófanos de Corea del Sur: son los conocidos como “doctores fantasma”, que suplantan de forma clandestina a los profesionales calificados.
Park H.I., un estudiante de 26 años de Cheonan, al sur de Seúl, pagó 12 millones de wones (unos 10.000 euros) para afilar su mandíbula con una doble cirugía maxilofacial en 2012, pero su aspecto ha empeorado y sufre edemas y una parálisis parcial.
“Acudí al doctor Sang porque era muy prestigioso. Me extrañó que me dieran cita en el quirófano en tan solo una semana, pero él mismo me confirmó que se encargaría de la operación y me explicó el proceso”, cuenta a EFE.
Corea del Sur es una de las mecas mundiales de la cirugía plástica con más de 4.000 clínicas, 250.000 operaciones estéticas al año y el mayor ratio de intervenciones del mundo, unas 13 por cada 1.000 habitantes, según datos de la Sociedad Internacional de Cirugía Estética y Plástica (Isaps).
Así, los cirujanos de mayor renombre no son capaces de cubrir la fuerte demanda y parte de los clientes acaban en manos de los “doctores fantasma”. Park, que había escuchado rumores sobre este fenómeno, ocultó en el bolsillo de su pijama una grabadora en funcionamiento minutos antes de ser sedado por la anestesista. Lo que escuchó una vez recuperada la consciencia lo dejó “aterrado”, confiesa.
“Cuando me dormí llegó otro cirujano que no era el doctor Sang y, mientras me operaba, sus ayudantes se dedicaron a tocar mi cuerpo y hacer bromas sobre mi extrema delgadez”, asegura este joven, que mide 180 centímetros y pesa 57 kilos.
Entrar en el quirófano fue “la peor decisión de mi vida, ya que era guapo a pesar de algunas imperfecciones”, lamenta Park, que ahora sufre edemas faciales con frecuencia, no siente parte de su barbilla y su nariz se ve más aplanada. “Todo lo contrario de lo que me prometieron”, protesta.
Tras aparecer estos efectos secundarios el afectado denunció a la clínica y el juicio todavía está en curso, aunque en este tipo de casos “la víctima siempre tiene las de perder”, indica a Efe el representante legal de la Organización de Alianzas de Pacientes de Corea (KAPO), An Gi-jong.
“Cuando el paciente acude al juzgado generalmente la clínica contraataca y le demanda por difamación, por lo que los afectados necesitan una gran cantidad de tiempo y dinero para seguir adelante con el proceso. La mayoría se dan por vencidos”, asegura An.
Además, aunque en el caso de Park la presencia de un “doctor fantasma” quedó registrada en su grabadora, la mayoría de los pacientes carecen de pruebas concluyentes y las clínicas siempre niegan el uso ilícito de segundos cirujanos.
Es por este motivo, explica el abogado, que se desconoce el número de intervenciones de “doctores fantasma” en el país, aunque los reclamos de pacientes por errores en cirugía estética han crecido progresivamente de 3.740 casos en 2012 hasta 4.806 en 2013 y 5.005 el año pasado, según el Centro de Consultas de Corea del Sur.
Una de las organizaciones más beligerantes contra esta práctica ilegal es la Asociación de Cirujanos Plásticos de Corea, presidida por el veterano doctor Kim Sung-woong, que explica a EFE los peligros que conlleva.
Kim destaca, en primer lugar, que “en cirugía plástica es fundamental que el cirujano conozca al cliente personalmente y estudie su caso”, algo que no ocurre con los “doctores fantasma”, ya que su primer contacto con el paciente es en el quirófano.
Además, denuncia que “quienes reemplazan clandestinamente a los cirujanos principales muchas veces carecen de experiencia y, en algunos casos, ni siquiera poseen título”.
El doctor pone como ejemplo el caso de una joven de 19 años que el año pasado quedó con muerte cerebral tras una aparente sencilla operación de párpados y nariz, presuntamente realizada por un “doctor fantasma”. “Esta práctica ilegal convierte los quirófanos en salas de vivisección. Se pone en peligro la vida del paciente, sentencia.