Consultor en GB Consultores Financieros y Tributarios
A veces, uno recure con reminiscencia sus recuerdos de juventud, cuando la matemática era pura, los resultados claros y diáfanos, y los quebrados de juventud, eran de evidente resolución. A todos aquellos profesores, gracias.
Pero, cierto es que la disipación de la memoria en del día a día, la preponderancia de lo actual contra del recuerdo, de lo inmediato contra lo lejano, recorre fundamentalmente la forma de pensar de nuestros conciudadanos, olvidando quién era José Tartiere, que creó como foráneo una entidad de tal nombre en nuestra tierra, pero igualmente podría haberla creado el Marqués de la Ensenada, quizá, para muchos de los actuales lectores, personaje también perteneciente al olvido.
Hay muchas formas de formar, de informar y de dar cifras, pero hoy se publica que en el Banco de Valencia se van a proceder al despido de 485 empleados, que entre los 1.600 que restarán, suponen el 23,26% de la proporción de empleados (485/2085).
Esta cifra, en la que al lector se le pueden perder el norte y valores, debido al vaivén de cifras diarias, supone (redondeando al alza) una pérdida de una cuarta parte de la plantilla y de una reducción de un 16,6% de oficinas (70/420), pero, ello no es solamente una cifra, es un valor que se pierde.
Con cada empleado despedido del Banco de Valencia, con cada empleado que se reduce de cualquier entidad Valenciana, de nombre (que no de propiedad, no ya ahora) se reduce la capacidad de autofinanciación de las empresas y de las entidades públicas que se podían financiar a través de las entidades de la tierra, que garantizaban su actividad económico-financiera y que supervisaban, de forma directa, el día a día del cumplimiento de las devoluciones de los préstamos y del capital suscrito.
El resultado resulta evidente, una incapacidad de autonomía financiera y una dependencia total de asignación de crédito por agentes foráneos al territorio.
Este discurso, fuera de nacionalista, separatista y proclive a la disolución de la nación, no debe ser sacado de contexto, dado que la autonomía financiera beneficia al tejido empresarial valenciano, que no se entronca dentro de las grandes empresas, si no dentro del supuesto de la PYME, es decir, de aquella empresa que carece de capitalización suficiente para grandes proyectos, pero que requiere un mimo especial en su día a día, con productos tales como líneas de descuento, pólizas de crédito y productos financieros a medio y largo de plazo que estabilicen sus flujos de caja. Resulta absolutamente reduccionista el poder pensar que la gestión espacial de un banco con sede en la otra punta en España, con el cual la única relación es telefónica, resulta igual de viva que un banco industrial que conoce tu operativa y tus necesidades.
La pérdida de valores resulta evidente, se pierden los nombres en el devenir de la historia, se pierden las costumbres entre las tribus ciudadanas de la megalópolis global y se pierden las formas de comercio con la banca actual, con trato online y con políticas de refinanciación que generan como resultado la destrucción de la empresa, del tejido industrial y de los sueños de los emprendedores.
Brindemos pues, brindemos por ser todos culpables de ello, unos por hacer, otros por tolerar, otros por callar, pero hoy, somos menos Valencianos.
A toast, Jedediah, to love on my terms. Those are the only terms anybody ever knows – his own
Citizen Kane, Orson Welles