Suena la música de Morricone, silbidos de Curro Savoy incluidos. Leo todo lo que cae en mis manos sobre la actualidad del Valencia CF -también las fuentes oficiales, faltaría más- y no puedo evitar imaginar el interior del nuevo Mestalla, rodando empujado por el aire uno de esos matojos de los del Spaguetti Western en Almería.
En la escena no puede faltar el malo, Lee Van Cleef vestido de estricto color negro pesimista: los medios otrora del Régimen, ahora en serio peligro de extinción, proclaman el supuesto interés del jeque propietario del Manchester City -sí, otro más… crecen como setas- por comprar el Valencia CF. Si no fuera una historia conocida -Soriano ‘noniano’ y su ridículo público número uno, o aquel señor con bigote de allende los mares, etc.- diría que, de nuevo, la Meseta intenta desestabilizar un club que, no nos engañemos, zozobra cual Prestige a punto de derramar acciones y preferentes de Bankia por todo el Turia. Pero o ‘alguien’ está hablando más de la cuenta, desautorizando a todos cuantos trabajan bajo su capa, o las fuerzas fácticas capitalinas vuelven por sus fueros, en cuyo caso nos estamos dejando tocar los cojines de nuevo.
Aunque no es el único. Otros malos, vestidos de verde ‘Bankia’ afirman que igual -mire usted por dónde- son ellos los que van y se quedan con el club, o por lo menos, con lo que tenga. La verdad es que, a tenor de lo vivido en la Junta General de Accionistas, dudo mucho que vuelvan a pisar suelo valenciano en mucho tiempo pero, por si acaso, se podrían quedar con el marroncito del nuevo Mestalla y oiga, un problema menos.
Y luego llegan los ‘buenos’, los que tras dar un gran servicio al valencianismo, se duelen por el despido. No piensen mal… no me refiero a Albelda, capitán eterno del Valencia, auténtico escudo -‘amb rat penat i tot’- que nunca, ni cuando era la muralla de la ‘Roja’, quiso cambiar de aires. No. Añoraremos la casta, el arrojo, los c… del de la Pobla Llarga. Al tiempo.
Me refiero al amargo lamento de otros: Juan Sánchez, en otros tiempos llamado el ‘Romario de Aldaia’, que se siente “dolido”. Llora el doctor Candel, antiguo niño prodigio del Valencia de Benítez, que llegó a galeno de la Selección Española. Se ha enterado del despido por los medios. Pues no sé yo qué es peor…
Y por último, el feo. O mejor, aquél a quien le toca bailar con la más fea. Djukic, a mitad de confeccionar ‘su’ Valencia CF, se tiene que escuchar -a lo mejor también por la prensa- que toda la plantilla del Valencia, excepto Soldado, es susceptible de ser vendida… y excepto Mathieu, ¿no? Vamos, digo yo… ¿O lo de la renovación ha sido una escenificación de cara al mercado para subir el precio?
Pero yendo más allá, ¿qué pasa con Gago? ¿Nadie lo quiere? El mal endémico del Valencia a la hora de desembarazarse de jugadores es cada día más cruento. Pero sigamos con los Rami, Banega, Nelson Valdez, Jonathan Piera, Cisshoko… La puerta de salida van a tener que ampliarla… ¿Y el caso Giovanni Dos Santos, con el Villarreal por medio haciendo ofertas en firme?
Empiezo a establecer paralelismos entre ese spot de Vicente Rodríguez con cables en la cabeza, ejerciendo de conejillo de indias en un supuesto experimento para medir la pasión valencianista, con aquella escena de La Naranja Mecánica, con Malcolm McDowell sufriendo aquellos ganchos que le obligaban a visionar vídeos que lo dejaban hecho un pobre hombre incapaz de defenderse. Así se debe sentir el aficionado valencianista: no sabe, no intuye, no opina -¿de qué?-… Como diría la voz en off de ‘Terminator 2’, el futuro no está escrito…
VLC Ciudad / Javier Furió