Párroco de la Iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles. Cabanyal
La jornada de ayer fue un domingo muy eucarístico. Por la mañana, he celebrado una Misa en la que he dado la Primera Comunión que un niño, particularmente y sin nada especial, se había preparado. Por la tarde aquí en el Cabanyal–Canyamelar hemos celebrado el Corpus Christi del Marítimo.
Ha sido una procesión que realizada con dignidad parecía ir cuesta arriba. Hemos atravesado calles con más basura que en un vertedero, con familias enteras que en sofás y sillones (¡!) sacados de sus casas, estaba merendando. Mientras daban cuenta de la tarta helada, el Santísimo Sacramento pasaba a su lado.
Otros con mesa puesta en la calle jugaban al dominó, A la vez, pasaba el palio con el Santísimo. En los semáforos se sorteaba el tráfico como se podía.
Menos mal que algunas cofradías de la Semana Santa Marinera ha preparado preciosos altares para hacer las distintas estaciones, y la gente que acompañaba era muy devota. Otra cosa es algunos mirones que hablaban a medio metro del paso del Santísimo o contemplaban el paso de la procesión entretenidos comiendo pipas.
A me ha correspondido llevar un rato la custodia. Me acordaba de aquella escena final de “La misión”, en que el padre Gabriel, os sea Jeremy Irons, portaba también la custodia acompañado de los indiecitos, manifestando con su gesto mudo y su grito silencioso su protesta pacífica contra la injusticia, la violencia y el genocidio que en la película realizaban los portugueses y los españoles.