De acuerdo al Tiempo Universal Coordinado (UTC), el estándar por el que se rigen los relojes y el tiempo en el mundo, un día tiene 86.400 segundos. Sin embargo, este martes 30 de junio (aunque en la península ibérica ya serán las 2 de la madrugada del 1 de julio), durará un segundo más de lo habitual. Una ligera desaceleración en la rotación de la Tierra está detrás de este segundo extra.
Este martes el día puede hacerse un poco más largo. En concreto, un segundo más, y es que el reloj oficial, cuando sean las 23:59:59 pasará a las 23:59:60, y luego a las 00:00:00 para dar comienzo al 1 de julio. Lo habitual sería que pasara directamente de 23:59:59 a 00:00:00. Las horas corresponden al Tiempo Universal Coordinado (UTC), que marca dos horas menos que el de la península ibérica.
El investigador Daniel MacMillan del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA, explica que este segundo de más se debe a que la rotación de la Tierra, “se está desacelerando de forma gradual poco a poco, así que añadir segundos al día es la forma con la que solventamos el problema”.
Cuando hoy sean las 23:59:59 horas se pasará a las 23:59:60, y luego a las 00:00:00
En sentido estricto, un día dura 86.400 de acuerdo con el estándar UTC que se toma de referencia de tiempo en todo el mundo. La duración de un segundo se basa en las transiciones electromagnéticas predecibles en los átomos de cesio. Es un tiempo atómico. El reloj de cesio tiene un margen de error de un segundo cada 1.400.000 años.
Sin embargo, el día solar medio, que es lo que tarda la Tierra en rotar o completar una vuelta sobre sí misma es de 86.400,2 segundos. Este ‘retraso’ se debe a la desaceleración progresiva de la rotación terrestre por el tirón gravitatorio entre la Tierra, la Luna y el Sol que frena el giro del planeta.
La pequeña diferencia de 0,2 milisegundos no equivale ni a un simple parpadeo pero si se suman todos los días del año, al final, sumarían casi un segundo. Poner un segundo de más cada cierto tiempo va resolviendo el desfase.
El clima también influye
Además del efecto en la rotación de la Tierra, la duración del día se ve influida por otros factores que hacen que cada día tenga una duración distinta, sobre todo la atmósfera para periodos inferior a un año. Las variaciones climáticas o interacciones entre el océano y el clima como El Niño, pueden afectar a la duración del día durante unos milisegundos a lo largo de un año.
“A corto plazo, estos saltos en los segundos no son tan predecibles como nos gustaría”, explica Chopo Ma, geofísico de la NASA, que, además, indica que los modelos de la Tierra predicen más de estos saltos a largo plazo, aunque no se sabe los que se necesitarán cada año”, concluye.