El reconocido historiador Fernando García de Cortázar acaba de publicar un ameno y divulgativo libro titulado ‘Momentos emocionantes de la Historia de España’ (Espasa, 2014). Con esta obra, García de Cortázar sigue la senda de anteriores trabajos como ‘Pequeña historia del mundo’, ‘Pequeña historia de los exploradores…’ en donde despliega sus amplios conocimientos históricos, su faceta didáctica y su personalísima visión de los acontecimientos del pasado.
El Péndulo de VLCNoticias se reunió con el reputado historiador para que nos dé respuesta sobre a algunos temas históricos que, más que emocionarnos, nos estremecieron al leerlos.
El Péndulo: El carácter pedagógico y divulgativo que presenta un libro como el suyo, que se acerca a los momentos emocionantes del pasado de España, ¿significa edulcorar o aliviar el tratamiento de la historia?
Fernando García de Cortázar: No, yo creo que no. Creo que lo que hay hacer es adaptarse a los lectores. Creo que en absolutos hay que ser livianos en el tratamiento de la historia. Si el lector tiene algunas limitaciones de léxico trato de resolverlo poniendo algunas palabras en negrita porque creo que tiene que aumentar el léxico. El problema, nosotros que somos docentes, es que nuestros alumnos tienen un léxico muy pobre, con lo cual a veces nos cuesta trasmitir conocimiento. En absoluto soy liviano. Entiendo que en aspectos demasiados teóricos o demasiados abstractos, como aspectos teológicos relacionados con Trento, será difícil explicarlo, ¿no?, pero… Creo que no y además, ese el esfuerzo que tenemos que hacer los historiadores, los que nos dedicamos a la comunicación. Siempre he sostenido que lo mismo se puede escribir un artículo en un periódico que un libro de trescientas páginas. Creo que el esfuerzo nuestro es ejercitarnos en la síntesis y este libro es un gran ejercicio de síntesis, como ha sido los tres libros míos anteriores de ‘Pequeña historia de…’, que creo que pueden resultar atractivos para la gente adulta. Es decir, saber en estas páginas se les equintaescencia lo que yo pienso que es lo mejor. Pero creo que es una disciplina, tristemente, muy poco ejercitada en el panorama de los historiadores y de los humanistas españoles. Creo que, y a mí me ha venido muy bien, el éxito de mis libros está basado en el que no hay competencia. Así como en Francia, en Inglaterra, Alemania o Italia, a partir de los cincuenta años, los grandes historiadores tratan de hacer divulgación, en España no la hacen.
E.P.: Si las emociones son algo personal e intransferibles, a la hora de elegir momentos emocionantes, ¿recurre al sentir general o a las emociones suyas?
F.G.C.: Bueno, eh… Yo trato de hacer algo general. Creo que todos los libros tienen que partir del presente. Y el presente actual de España es… yo digo que estamos en presente dual de España por la impugnación del separatismo catalán y, ¿por qué? Porque además, España, muchas veces, durante estos años, ha quedado reducida a un burdo artificio jurídico, constitucional y etcétera, etc, etc. Y la hemos arrancado, la hemos privado, de las emociones que tiene la nación y… Manifiesta y contrariamente, por otro lado, de los separatismos, ellos sí han hecho una nación que moviliza, una nación que conmueve y creo que España no puede aceptar que se le quite hasta el nombre, y se le llame estado español, si no que tiene que…, y los historiadores de vocación en eso de comunicar tenemos que explicar el sentido de España pero también el sentimiento de España. Había un teórico de las naciones que decía: ‘haced vosotros las normas, haced vosotros las leyes, haced vosotros las constituciones y dejadme a mí cantar las verdades de la nación’. El problema es que en España, durante muchos años, nadie ha cantado las verdades de España y los que hemos cantado nos empiezan a llamar nacionalistas, españoles y…, no, no, no. En cambio, no se les llama, no se les insulta ni se les acorrala a quienes continuamente están con una historia manipulada, una historia falsa y están provocando esa idea de que Catalunya es distinta y de que nunca ha tenido nada que ver con España y si ha tenido que ver ha sido para ser esquilmada por España.
E.P.: España, como concepto, ¿nace con los visigodos o con los Reyes Católicos?
F.G.C.: No, no. España nace con los Reyes Católicos, en cuanto nace el estado moderno. A los visigodos no les he dedicado mucha importancia porque he dedicado importancia a Roma. La importancia de los visigodos es que mantienen la gran cultura romana, es decir, es un pueblo que es conquistador pero es conquistado por una cultura superior porque yo sí creo que hay culturas inferiores y culturas superiores. La ambición de los visigodos es transmitir el legado romano, que es lo que nos les interesa, y en este libro aparece claro que somos romanos, no somos musulmanes, porque hablamos latín, somos romanos porque si tú y yo nos peleamos acudimos al derecho romano, somos porque si cogemos una autopista muy probablemente este montada sobre una calzada romana y somos romanos porque la religión que más influido en la historia de España es una religión orientada pero trasmitida por las legiones romanas a España.
E.P.: Dice uno de sus personajes refiriéndose a la Conquista americana, “las cosas que pasaron en América son tan terribles que prefiero no recordarla”. ¿No le parece que es una manera muy selectiva de ningunear ese capítulo ‘tan terrible’ y que en América Latina se recuerda muy bien?
F.G.C.: Hay que tener perspectiva histórica. Es terrible y al mismo tiempo que podían ocurrir esas cosas terribles de aniquilamiento y sometimiento, España es el primer gran imperio que traslada y lleva sus universidades. Esto es insólito en la historia de los imperios. Al cabo de veinte años España ha trasvasado las universidades allí. También hay que recordar que esa imagen que se ha dado de que España mete la religión y mete el idioma con la espada no es del todo real. El mapa actual demuestra que ese idioma en común existe y se refuerza el castellano en todo el continente. La iglesia, que tiene tanta importancia en América, trata de evangelizar esas lenguas vernáculas, la iglesia siempre ha sido defensora de las lenguas vernáculas. Yo creo que siempre hay que tener una visión desde la actualidad de la historia. Junto a eso, también es singular en la historia de los imperios, ya desde el comienzo desde el encuentro con América, las Leyes de India, las Reuniones de Burgos, el gran pensamiento filosófico de la escuela de Salamanca…, está basada en esa realidad, de ¿cómo hay que tratar a los indios, qué derechos tienen, su libertad…? España, en ese momento se encuentra con grandes dos realidades entre los que están los jesuitas, están muy presentes los de la Compañía de Jesús y…, la reforma protestante. Todo ello afecta a América. Todo el pensamiento de la escuela de Salamanca está en origen de la ilustración, ¿Por qué no ha habido una ilustración en el Tibet? Porque antes, hace mil años, no se predicó el sermón de las bienaventuranzas hablando de la libertad de los hombres y la igualdad.
E.P.: Cuando llega a 1977 en su libro pone que los políticos ‘tuvieron la inteligencia y valentía para cerrar heridas del pasado’, ¿creé usted que 35 años después esas heridas están cerradas?
F.G.C.: No, no, han sido reabiertas. Creo que es muy lesivo, tal como dice el último libro de Joaquín Leguina, el período Zapatero. Mira, en el año 86, en el cincuenta aniversario de la Guerra Civil, el Consejo de Ministros evacúa un documento para recordar los hechos y el documento lo escribe una gran colega y amigo mío, Juan Pablo Fusi llamado por Solana (Javier) para que escriba el documento que se va a leer en el Consejo… entonces, en ese documento se dice que la Guerra Civil ha sido un acontecimiento histórico de la historia de España y de la historia del mundo pero que no tiene que influir en nuestras vidas. Está ahí, tiene que ser objeto del trabajo de los historiadores y no de los políticos ni de la sociedad. Al cabo de unos años empiezan con estos líos de la Memoria Histórica y es una forma de reabrir las heridas gravísima. Creo que en ese sentido hemos empeorado mucho. Es fácil reabrirlas porque España es el único país que ha tenido una Guerra Civil y una dictadura en plena siglo XX en el entorno de Europa. Creo que existe una cultura bastante guerracivilista que hace imposible el afirmarse en posturas de centro liberales. Yo lo vivo y lo sufro. Es difícil situarse en un terrero de crítica a la derecha y de crítica a la izquierda porque España ha estado, durante los últimos años, tan radicalmente enfrentada y no ha buscado el consenso.
E.P.: Muchas gracias por atendernos.
F.G.C.: Gracias vosotros.
El Péndulo de VLCNoticias/Jimmy Entraigües