Salvador Broseta Perales
Doctor en historia, Ganador del Premio Iberoamericano de Ciencias Sociales “Cortes de Cádiz” en 2011, y hoy se presenta publicada la obra con la que obtuvo el premio: Autonomismo, insurgencia, independencia. América en las Cortes del Trienio Liberal, 1820-1823. Es, así mismo, concejal del Ayuntamiento de Valencia.
Muchos y variados han sido los artículos, debates, noticias sobre el bicentenario de nuestra Constitución de 1812 durante las últimas semanas, y más intensamente los últimos días.
La elaboración de la Constitución de 1812 supuso acabar con el sistema feudal dominante. También en la versión colonial.
Significaba la abolición de la encomienda; la abolición del soporte coercitivo: el reparto; la abolición de la mita; la desvinculación; la regulación de las actividades comerciales; la abolición de los privilegios eclesiásticos; etc.
Así mismo la Constitución fue una obra de reorganización de todo un sistema de gobierno y de edificación de un estado nacional. Esta construcción se complicó cuando, en el caso español y no siempre suficientemente valorado, intervino un factor tan determinante como lo fue el continente americano, no como colonia sino con un nuevo estatus, una presencia continua y actuante tal y como han señalado diversos historiadores americanos y españoles.
Ya en el proceso constituyente los diputados americanos se hicieron notar desde el principio al defender la igualdad de representación ante las Cortes. Y la cuestión de la representación significaba, a la larga, la problemática de la soberanía. ¿Qué buscaban aquellos diputados americanos?
La respuesta parecía que se trataba de “una monarquía española federal”, en la que España sería parte del Estado compuesto por diversas provincias españolas y americanas. El problema americano no existía como tal, la problemática era la hispana, tal y como ha señalado el profesor Manuel Chust.
Los diputados americanos pretendían conquistas autonomistas para sus territorios, tanto a niveles políticos y económicos como sociales.
Ahora bien, los diputados americanos, que defendían unánimemente la cuestión nacional, discrepaban en la cuestión social. Uno de los debates más largos y apasionados del período fue el que se sostuvo sobre la exclusión de las castas de sus derechos políticos de la base electoral.
La participación americana en todo el proceso de la elaboración y discusión de la constitución gaditana fue sobresaliente. En efecto los diputados americanos fueron actores principales de esta historia, una historia común. Sus alocuciones parlamentarias sobre aspectos de la representación soberana, sobre la determinación de la dignidad del ciudadano, sobre el papel del rey y su poder ante la Carta Magna, sobre la naturaleza de la división de poderes –su formación, sus funciones y límites– devinieron determinantes.
Los diputados José Miguel Guridi y Alcócer y José Miguel Ramos Arispe fueron los intérpretes principales. Ramos también lo fue en 1820 y ambos también en la construcción del estado nacional mexicano. Una historia apasionante, con tres elementos en común, la Constitución de 1812, España y América, de la que hoy somos herederos.
VLC Ciudad/Redacción