Sociólogo e historiador yProfesor Titular del Departament de Sociologia i Antropologia Social de la Universitat de València.
Como es bien sabido, el calendario festivo valenciano es muy rico y variado en cuanto a manifestaciones rituales de todo tipo, algunas de las cuales están difundidas por una gran parte del territorio, como ocurre con los Moros y Cristianos o las Fallas. Este es también el caso de la fiesta de san Antonio Abad o del Porquet, que actualmente se celebra en mayor o menor medida en 250 localidades valencianas. Se trata de una fiesta que hacia los años setenta se encontraba en fase de decadencia, pero que en las últimas dos décadas ha conocido una gran revitalización, producto de movimientos que han combinado la recuperación más la innovación, por otro lado común a procesos semejantes que han tenido lugar en las fiestas europeas.
Hay que recordar que el culto a san Antonio es muy antiguo y ha ido sufriendo varias transformaciones. San Antonio fue obispo de Alenjandría en el siglo IV y destacó por llevar una ejemplar vida ascética, de la que su hagiografía destaca su firmeza en rechazar las reiteradas tentaciones del demonio. Desde bien temprano el cristianismo en expansión reconoció las virtudes del santo anacoreta, como la austeridad, la oración, el trabajo, la capacidad de dirección espiritual, sus poderes taumatúrgicos, aptos por liberar demonios y enfermedades, y sus dotes por hacerse obedecer de las bestias salvajes y dominar los elementos. La figura de san Antonio empezó a recibir culto en Occidente a partir del siglo XI y durante la Edad Media proliferaron las fundaciones de la Orden Hospitalaria, vinculada a san Antonio y a sus poderes contra las enfermedades atribuidas a la posesión diabólica. También se fundaron numerosas cofradías a partir del siglo XIV, dedicadas a difundir la devoción a san Antonio por el mundo rural.
Históricamente, la iconografía y hagiografía de san Antonio aparece vinculada tanto en el fuego como al patronazgo de los animales domésticos – la asociación con el cerdo y la bendición de las caballerías mayores se encuentra documentada desde el siglo XVII -, aunque es interesante constatar como, debido a los procesos de transformación de la sociedad tradicional agraria en moderna y urbana, la protección que san Antonio tenía sobre los animales de labranza fue evolucionando hacia la protección de los animales de compañía o mascotas. Esto, unido a los cambios introducidos en la secuencia ritual de la fiesta, ejemplifica como la celebración de san Antonio ha ido renovándose y adapándose a los nuevos tiempos.
Hoy en día la fiesta de san Antonio presenta características diferentes en cada localidad valenciana, hasta el punto de que en algunos lugares se trata de una fiesta de barrio y en otros de una fiesta mayor. Con todo, hay algunos elementos más o menos compartidos, como la práctica extendida por el tradicional mundo agrario valenciano de no sacar a trabajar el día 17 de enero a los animales de faena. Los actos más destacados de las fiestas en honor de san Antonio son las hogueras del día de la víspera, a las que suelen acompañar representaciones de las tentaciones, cabalgatas, bendiciones y reparto de pan bendecido. El día grande destacan las misas, procesiones y bendiciones. Además, los medios de comunicación dedican cada vez más espacio al tratamiento y difusión de la fiesta, también conocida en algunos sitios como Santantonada, como ocurre en las comarcas del norte valenciano, con especial atención a las hogueras y bendiciones de animales, lo que supone la propia redefinición de la fiesta mediante un proceso de mediatización y espectacularización del ritual, que de esta forma se masifica y se moderniza.
Como ya hemos dicho, la fiesta de san Antonio es bien conocida en todas las comarcas valencianas, aunque los festejos de ciertas poblaciones han trascendido la fama local para devenir atractivo turístico y símbolo de identidad. Es el caso de las hogueras de las comarcas castellonenses, como las de Forcall, Villafranca del Maestrazgo, Sorita, La Todolella, o la bien conocida de Vilanova d’Alcolea, donde tiene lugar el acto de la matxà, en el que los clavarios, montando los matxos bien guarnecidos y adornados, recorren las calles sorteando las diversas hogueras que los vecinos encienden para cortar el paso de la comitiva. En Forcall y Villafranca destacan las representaciones de la vida de san Antonio, con la escenificación en una barraca de las tentaciones que el santo sufre a manos de los demonios. En otras localidades también se celebra el acto del Rey Pàixaro, como Biar, consistente en una especie de desfile que tiene como elemento central un rey carnavalesco de los labradores, que desfila entre música, bailes y hogueras. Ahora bien, de entre las hogueras que se suelen encender en la víspera de san Antonio, la más conocida y difundida es la hoguera de Canals, preparada durante días en la plaza del pueblo y monumental en su combustión, capaz de hacer vibrar al numeroso público que se concentra para la ocasión. En la ciudad de Valencia destaca la fiesta en honor al santo que tiene lugar en la calle Sagunt, en el barrio de Morvedre, donde la víspera de la fiesta grande se enciende una hoguera y se instala un porrat, mientras el día del santo se celebra la bendición de los animales, que constituye una reivindicación de las viejas costumbres campesinas de una huerta cada vez más amenazada.
Así, pues, el ritual festivo de san Antonio goza de una gran riqueza y variedad a los nuestros pueblos y ciudades, que han ido trasladando los actos, como pasa con otros festejos, al fin de semana más próximo al 17 de enero. También es cierto que con el paso del tiempo algunos elementos típicos han desaparecido. Con todo, estamos ante una fiesta dinámica y en cambio permanente, vivida popularmente y de creciente importancia como referente identitario. Un nuevo ejemplo de como, lejos de lo que se creía, con las transformaciones de la modernidad avanzada la fiesta no solo no decae sino que adquiere una nueva importancia, ligada tanto a su dimensión patrimonial como a la celebración reflexiva de la identidad colectiva.