Juan Ferrer
Economista
Leer a Elorza, siempre tiene una parte de morbo. En Toulouse desde los primeros 70 le asignaban una mezcla de reverencia y desaprobación, que puedo certificar hasta la primera mitad de 1979.
Ahora nos proporciona una lectura sobre la crisis egipcia, al nivel de su conocimiento y precisión. Elorza hace como Jan Van Eyck, que con suma precisión refleja a través de espejos convexos mas espacio del que da directamente el plano de la pintura. Lamentablemente este alarde de detalle no proporciona información adicional, en todo caso, desvía la atención del tema principal de la pintura.
No importa la detallada que sea la información que sobre Egipto (Turquía?) se pueda proporcionar si no somos capaces de colocarla sobre un inmenso tapiz a modo de telón de fondo.
En ambos casos (Egipto y Turquía) nos hallamos ante un rol muy especial de su ejército.
El ejército egipcio, el de sus jóvenes militares, Nasser a la cabeza, terminó con la monarquía de Faruq I, y abrió el país a la modernidad.
Desde la nacionalización del Canal de Suez y su consiguiente guerra (1956) hasta los enfrentamientos con Israel desde el inicio de su gobierno.
Todo ello, pasando por la RAU (República Árabe Unida) en la que jugaba un papel esencial Siria Hafez al-Assad, padre del actual líder sirio Bashar al-Assad, y artífice del partido Baaz (también Baath o Baas, “renacimiento) con raíces profundas en el mismo Iraq, en donde Saddam Hussein era su líder.
El partido Baath tiene sus correlativos enJordania, Líbano, Yemen, Bahréin Mauritania, Argelia, Sudán, Libia Túnez y Palestina.
La RAU era como el paréntesis que debía contener a Israel, pero no se sobrevivió.
En Turquía los militares, principalmente Gazi Mustafá Kemal Pasha, mas conocido como “padre de los turcos” (Atatürk). Si Gamal Abdel Nasser en 1952 procedió contra Faruq, Atatürk lo hizo de 1919 a 1920 contra el sultán turco, que tras la pérdida de la Primera Guerra Mundial ni siquiera intentó frenar la invasión griega sobre anatolia, tras haber sido impotente ante la apropiación italiana de las islas del Dodecaneso.
Nasser y los militares egipcios, al igual que Atatürk y los militares turcos, no pueden ser analizados bajo el prisma de Dictadura-Democracia.
Es un binomio inexistente, al menos por un extremo: si gobiernan los sectores pro-islamistas de sus respectivas sociedades, aupados a los gobiernos al calor de las libertades democráticas y sobre el soporte de una inmensa población que las ignora en beneficio de la Sharía, sus actuaciones gubernamentales siempre van en detrimento de aquellas libertades que les permitieron gobernar.
Una islamización de la sociedad viene a producirse al amparo de la idea democrática: Lenta en el caso turco, y al borde del colapso hace apenas unas semanas, muy acelerada en el caso egipcio, tan rápida que ha descarrilado.
El análisis democracia-golpe de estado-dictadura no solo no sirve, sino que perjudica la perspectiva.
¿Qué ocurriría si analizáramos el levantamiento de Riego desde esta perspectiva?. ¿Era realmente Fernando VII un paladín de la democracia?. ¿Respetó la constitución de 1812 o la abolió en cuanto llegó al Palacio de Cervelló en Valencia?. ¿No dio vía libre y barra libre a los Cien Mil Hijos de San Luis?, nombre bajo el que se identificaba al ejército de la Santa Alianza.
Los monarcas ilustrados, lo fueron contra fuerzas mas retardatarias de lo que ellos mismas se manifestarían años mas tardes, pero eran mas adelantados que sus predecesores, y sobre todo que las fuerzas sociales ultraconservadoras que pretendían desbordar, principalmente la Iglesia.
De aquellos monarcas surgieron sus ejércitos y los oficiales de éstos ya no eran los generales aristócratas de las monarquías absolutas anteriores.
Los principios de mérito y capacidad se habían instalado en la administración militar, y a veces no solo.
En el caso español, hasta la toma del poder en Rusia por los bolcheviques, los movimientos de los militares siempre fueron de signo progresista. ¿Porqué no aceptar eso para Egipto y Turquía? Incluso para los golpes turcos de 1971 y 1980.
Otros paralelismos recorren la columna vertebral de ambos estados, pero es mas sencillo de analizar si nos centramos en Egipto. Egipto controla el canal de Suez, como antaño los turcos los estrechos Bósforo y Dardanelos hasta la Guerra de Crimea, que para eso se hizo aunque militarmente acabara en tablas.
La difícil relación con los Estados Unidos, actuando como sus troyanos en el seno de la comunidad islámica radical. Uno miembro de la OTAn, el otro con tratados separados de paz con Israel.
Ambos ejércitos dependen de los suministros estadounidenses para equipar sus divisiones. Ambos equipamientos no pdeben ni pueden caer en manos islamistas.
Ambos países deben favorecer los desequilibrios geoestratégicos que se quebraron con la caída del Sha Reza Pahlevi en 1979 y que aún no se han restituido. Israel es demasiado pequeño para soportar ese peso. Las guerras relámpago se ganan con ventajas tecnológicas, pero las ocupaciones, los dominios, solo se consolidan con infantería e Israel tiene poca y poca capacidad para tener mas. Esa vía está condenada al fracaso.
Así pues, nadie se podía permitir un Egipto en manos de Morsi, que es lo mismo que en manos de los islamistas radicales.
No se podía aceptar que la capacidad tecnológica del ejército egipcio cayera en manos de los Hermanos Musulmanes como no se puede aceptar que las bombas atómicas pakistaníes lleguen a manos de Al Qaida, que es en realidad el objetivo de las crisis pakistaníes, apuntaladas sobre una clase política corrupta y desnortada.
No se puede aceptar que la frontera israelí con Egipto sea un conflicto permanente e irresoluble.
No se puede aceptar que el canal de Suez se cierre.
No se puede aceptar que en Egipto, después de acumular todo el apoyo de occidente, como antes lo obtuvo de los soviéticos y entre tanto participó en la creación del movimiento de los no alineados, se convierta, con los arsenales repletos de armas de tecnología avanzada, bajo el eufemismo del respeto democrático, en una amenaza del mundo occidental, y no se permite.
Gustará o no. Será estético o no, pero esto es lo que hay, a pesar del puntillismo pictórico de Elorza. Los trazos gruesos siempre acaban sobreponiéndose al detalle.
Parece que no se puede llevar el himno de Riego de ringtone en el móvil y al mismo tiempo apoyar a Morsi.
VLC Ciudad/Redacción