Ysabel Taberner
Estudiante
Un buen día Daniel se cansó de la situación en su ciudad. Tras trabajar más de seis años en una empresa de comunicación la compañía cerró sin pagar las últimas mensualidades. A día de hoy dos empresas españolas aún le deben dinero. Con esta situación no sorprende que dejara el país e iniciara una nueva vida en la isla de Malta.
La llegada a este lugar fue fruto de la casualidad. Daniel quería mejorar su inglés, aprovechando el parón laboral, pero no podía hacer frente a los precios de la escuelas de inglés en el Reino Unido. Un amigo le habló de la isla de Malta, país de habla inglesa ubicado en el centro del Mediterráneo y que hasta el momento desconocía. El precio y el clima hicieron que finalmente se decidiera por este país y escogiera Elanguest para seguir sus estudios.
Así fue como este joven como tantos otros dejó su familia, sus mejores amigos, su casa, lo dejo todo y comenzó una nueva vida. Al principio no fue fácil tuvo que trabajar de camarero para poder costearse sus clases y poder estudiar inglés en Malta.
Después trabajó como recepcionista en un modesto hotel durante varios meses hasta que posteriormente consiguió un trabajo más relacionado con su profesión. En la actualidad trabaja como mass media para una empresa de publicidad en la ciudad de St. Julian´s
Aunque no es fácil vivir fuera de casa de momento Daniel ni se plantea volver a trabajar en España. ‘Después de trabajar en este país te das cuenta de lo que no tenemos en España. Por primera vez admiro a mi jefe y me siento respetado. Trabajo en un lugar donde cada día nuestro jefe nos despide con un sincero gracias y siempre de buen humor’, asegura Daniel, aún asombrado.
La mayor parte de estos emigrantes coinciden en este aspecto, la mentalidad de los trabajadores y de los jefes en España debería cambiar por el bien de todos. En una empresa con un sueldo digno y un buen ambiente de trabajo todos los trabajadores rinden más y por lo tanto la productividad es más alta.
‘Durante los años que trabaje en España primaba más la presencia del trabajador en la silla y frente al ordenador haciendo horas que la productividad. Ahora me doy cuenta de que con solo cuatro horas y un buen ambiente laboral se produce más y mejor’ recalca este publicista.
Estos nuevos emigrantes tienen un perfil distinto al que se supone que deben tener los emigrantes o al que tenían los españoles de antaño que dejaron el país. Muchos de ellos salen de casa con la excusa de hacer un curso de inglés para luego regresar a casa, otros llegan con una beca Erasmus, y unos pocos salen del país después de agotar el paro buscando un trabajo que nunca va a llegar.
Estos nuevos emigrantes son la generación más formada y a la que nunca le he faltado de nada. Unos emigrantes con portátiles y buenos teléfonos móviles, herencia de esa cultura que siempre nos ha incitado a gastar más de lo que teníamos.
Ahora estos chicos viajan en líneas áreas de bajo coste y quieren trabajar de lo que sea. Añoran a los suyos pero de momento prefieren alagar su estancia de manera indefinida a la espera que de algún día la situación pueda cambiar en el país que dejaron.