Bajo el sello de la editorial Nadir Gráfica llega a España la obra de Oskar Andersson, un diseñador y dibujante de notable registro que aún sigue siendo un gran desconocido fuera de Suecia y muy especialmente por nuestras tierras.
En su país natal, sin embargo, su obra ha sido objeto de constantes reediciones y exposiciones retrospectivas. Puede ser que la causa de este olvido radique en que Oskar Andersson se empleó en un arte tan ‘intrascendente’ como el del humor gráfico y la historieta, raramente destinado a traspasar fronteras. ‘El hombre que hace lo que le viene en gana’ es una serie magistral de tiras mudas que relata las aventuras de un sujeto extravagante, caprichoso y juguetón, capaz de subvertir el orden, usos y convenciones sociales, traspasando a menudo los límites de una chata realidad: lo veremos tanto plegar su coche y metérselo en un bolsillo como cortarse los dedos de la manos con la que acaba de saludar a alguien que sin duda detesta.
Andersson, considerado el iniciador de la tradición historietística sueca es, pese a su corta carrera, uno de los mejores caricaturistas escandinavos de principios del siglo XX.
En el intervalo comprendido entre 1897 y 1906, año en que puso fin a su vida, Oskar Andersson alumbró una de las producciones más originales de la narración y el humor gráfico de su tiempo. Con una obra a medio camino entre la dinámica del slapstick, la caricatura descarnada y la inventiva surrealista, Andersson asombra todavía por el virtuosismo de su trazo, su penetración crítica y su modernidad.
Oskar Andersson nació el 11 de enero de 1877, en Estocolmo. Hijo de un trabajador de la Casa de la Moneda, pronto muestra aptitudes para el dibujo, por lo que parecería destinado a convertirse en anónimo grabador. No será así. Tras estudiar artes aplicadas, en 1897 publica sus primeras caricaturas. Andersson consigue a edad muy temprana seguridad económica (gracias a su editor y amigo, Hasse Zetterström), además de una notable popularidad. En 1906, después de una larga depresión y condicionado por un trastorno obsesivo, Oskar Andersson se quitó la vida. Las razones últimas de esta decisión no están claras, pero parece que el tiempo que permaneció haciendo dibujos de actividades militares influyó: el trato cruel, en especial el dedicado a los caballos, pudo contribuir a que su desolación fuese completa.
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