No llevan dirección asistida, ni ABS, ni control de tracción, ni airbag, ni tan siquiera climatizador en una época en la que se ha hecho casi indispensable. Pero lo cierto es que ponerse al volante de una de estas máquinas es, según quien lo hace habitualmente, un placer inigualable.
Ese placer pudieron disfrutarlo los más de 40 conductores que sacaron sus máquinas de época a las calles de Valencia en una ronda que hizo las delicias de cuantos aficionados y curiosos contemplaron la caravana desde el Puerto de Valencia hasta la plaza del Ayuntamiento.
El más mayor cumplirá muy pronto un siglo. Un Cadillac de 1915, que fue el coche más vendido en España en su momento. Tras él, vehículos de todos los tipos, tamaños y estilos. Desde una furgoneta de madera de reparto, hasta los míticos Seat 600, sin dejar pasar un Rilley que compitió y quedó segundo en Le Mans en 1932, o un Ferrari Testarrossa que, a pesar de su edad, mantiene ese atractivo innato de este modelo de la firma del Caballito rampante.
El Tinglado 2 del Puerto y la Plaza del Ayuntamiento se convirtieron en una auténtica exposición de coches de época que hizo las delicias de cuantos quisieron acercarse a ver estas maravillas de la técnica que, a pesar de su edad, siguen funcionando a la perfección, en la ronda que estaba incluida en el programa de la Feria de Julio 2012, organizado por la Concejalía de Fiestas y Cultura Popular del Ayuntamiento de Valencia.
Cierto es que la mayoría de las miradas y las fotografías se encaminaban a los Ford, Cadillac y Jaguar más mayores, pero no faltaba la nostalgia hacia vehículos más conocidos por los paseantes que se acercaban a contemplarlos como el Renault 5, o el Seat 1430, sin dejar de destacar un Renault 11 preparado para rallys, o los Corvette y Masseratti biplaza descapotables, además de una colección casi completa de Mercedes de todas las épocas, que se reunieron gracias a la colaboración del Club de Vehículos Históricos de Valencia, el Club de Vehículos Antiguos de Valencia y el Club de Coches de Época de l’Horta Nord, que concluyeron la jornada con una comida de confraternidad en la que no faltaron anécdotas y discusiones sobre la mecánica y las vivencias de estas máquinas que, a pesar de su edad, se mantienen en perfectas condiciones.