Francisco Sanz.
Abogado. Militante socialista de Valencia.
“En el PSPV hay demasiados dirigentes sin biografía laboral propia que entienden la política como un oficio y que tienen una concepción “proteica” de la política, en su doble acepción. Se han apropiado indebidamente de unas siglas que pertenecen a centenares de miles de ciudadanos. Muchas organizaciones regionales y locales, raquíticas, han perdido toda conexión con su entorno. El caso de la capital es emblemático. La mayor parte de las listas que han presentado son la mejor muestra de las patologías que aquejan a una organización hoy dominada por conservadores que iluminan el camino con las linternas del pasado como diría Bobbio.”
“Desde la margen izquierda”. Ximo Azagra y Joan Romero. PUV 2012
La lectura de este libro, imprescindible para seguir pensando, junto con el hecho de que sus autores, cuya trayectoria y compromiso están fuera de toda duda, formen parte del “comité de sabios” formado por la actual dirección del PSPV es un gran motivo para la esperanza.
Otro de los motivos es que, en mi opinión, la semilla del cambio en el partido está plantada y, a pesar de algunos “conservadores que iluminan el camino con las linternas del pasado” y de que las actuales estructuras y unas cuantas mentalidades están iluminadas por esa linterna, nadie puede parar el cambio.
Y, en esa tarea, como dice Ricardo Campos, “VALENCIA ES CAPITAL”, para el País Valenciano y para el PSPV, por eso, me atrevo a apuntar algunas ideas que debería abordar la dirección, a partir del próximo Congreso Comarcal del día 30 de junio.
Creo que se deben abordar dos grandes retos: la definición de una estrategia que, para poder gobernar Valencia, sea capaz de reconstruir un bloque social de progreso y la imprescindible democratización y modernización del partido. Como veremos, ambos retos están íntimamente relacionados, ambos deben caminar juntos.
Empecemos por el final, democratizar y modernizar el partido. El deterioro del partido en la ciudad, como ponen de relieve Romero y Azagra, es indiscutible, las agrupaciones languidecen y quienes intentan innovar y hacer las cosas mejor, como algunas ejecutivas, se ven absorbidos por una dinámica perversa, que las ha hecho puras maquinarias electorales internas: con censos hinchados para ganar (en la agrupación), secretarios generales que no tienen nada que ver con el barrio, procesos electorales que no respetan mínimos democráticos etc. Se convierten así en instrumentos que aburren y provocan el abandono y la desilusión de quienes se acercan al partido con la voluntad de contribuir a la causa y no están dispuestos a perder su tiempo en luchas intestinas, ni a participar en un juego de intereses, de clientelismo y oscuridad. No parece un modelo para exportar.
La derivada de todo esto es la baja calidad democrática interna del partido, de tal modo que la participación en el partido, la débil expresión crítica, la configuración de las direcciones políticas, las candidaturas a las instituciones y las contrataciones del personal técnico responden a esa dinámica perversa, una dinámica que, inevitablemente, se lleva por delante a muy buena gente. A esto se refieren Azagra y Romero: “Si los partidos quieren recuperar credibilidad, en especial entre los jóvenes, deben procurar seleccionar a los mejores, no a los más dóciles, los menos formados o los más sectarios.”
Así las cosas, será decisivo que la dirección de la ciudad se comprometa firmemente a cumplir los estatutos en los aspectos señalados (artículo 7, 71 y 73 de los Estatutos Federales: mérito, capacidad, igualdad, rendición de cuentas, proyección social) y no vuelva a producirse la exclusión del grupo municipal (tanto de concejales, como asesores) de ese 44% de la afiliación que apoyó a Manolo Mata en las primarias de Valencia, o que, una sola concejala del grupo anterior (de 12 miembros) siga en el actual, ni tampoco se deje de analizar porqué sólo el 18% de la, ya escasa, militancia apoyó la candidatura al Ayuntamiento de Valencia. La lucha contra el sectarismo debería ser una prioridad, es fundamental contar con todos y con todas, es fundamental cambiar esa cultura del partido excluyente y empobrecedora.
La segunda gran tarea que, desde mi punto de vista, debe abordar la nueva dirección es la de definir una estrategia capaz de crear un bloque social progresista en la ciudad.
Uno de los grandes problemas que tenemos los socialistas y la izquierda en general, es el de las llamadas “clases medias urbanas”, las ciudades medias y grandes llevan tiempo dándonos la espalda (incluso en las recientes elecciones andaluzas) y no acabamos de encontrar una respuesta.
En esa búsqueda, hay quien cree que se trata de conseguir el voto del “centro”, sin necesidad de recurrir a las tesis de Lakoff (que no cree que el “centro” exista), al parecer “el centro” sería una especie de remanso de paz, sin aristas, ni conflictos, de tal modo que, “ciertos radicalismos” nos alejarían de los distintos gobiernos: “no podemos ser el partido del no”, se dice.
El problema de fondo, es que la derecha ha conseguido que nos miremos como ella dice que somos, de modo, que no sepamos ni lo que somos y seamos lo que ellos quieren que seamos.
Abundando en la idea, la razonable propuesta socialista de ubicar la Fórmula 1 en Cheste, debía esconderse tímidamente en el sueño de los justos, pues la barbaridad del circuito urbano es “lo que quiere la gente” y la gente (¿qué gente?) siempre tiene razón. Eso no es radicalismo, es cumplir con la función de la oposición.
Más difícil sería de entender una postura ambigua o poco clara sobre el Cabanyal, a la impecable gestión del grupo socialista, el apoyo e implicación del partido y la gran repercusión mediática, se une la justicia de su defensa, acompañada de un movimiento cívico –del bloque social progresista- y las razones poderosas e ilustradas de universidades, Academias, Colegios de Arquitectos, etc. –del bloque social progresista-. Eso no es radicalismo, es cumplir con la función de la oposición.
Podríamos seguir, vestirnos de falleros y no saber donde meter los votos de los casales o visitar al arzobispo y pedir el perdón de los pecados o, quizá hablar, de la inmigración y la escuela concertada. Podríamos seguir el “viaje al centro de la nada” o “a ninguna parte” y dejar a nuestros compañeros de Compromís y EU llenos de preocupación. Podríamos pero la nueva dirección del PSPV no debería pues lo cierto, es que el PSPV pasó de 12 a 8 concejales y Compromís y EU de 0 concejales a 3 y 2, respectivamente. Y todo no lo explica la marea negra de toda España.
Esa nueva dirección deberá ser consciente de que todo está directamente relacionado, la democratización interna y la construcción de un bloque social progresista que nos permita acabar con 25 años de gobiernos conservadores en Valencia.
Así lo expresa Roberto. L. Blanco Valdés:
“…será suficiente con recordar cómo una ciudadanía que, en términos globales, ha mejorado, con la consolidación de los modernos estados asistenciales democráticos, sus niveles de preparación profesional e información de un modo extraordinario, está, lógicamente, mucho menos dispuesta que lo estuvieron en el pasado unos electores con escasa o nula preparación e información a soportar que el proceso de selección de la oferta electoral siga siendo sólo parcialmente democrático, visto el carácter oligárquico de la primera parte del mecanismo electoral, el de la selección de los candidatos, realizada siempre en el interior de los partidos por las élites orgánicas que en cada caso los controlan.”
Vamos, que no es lo mismo y que cambiamos o nos cambian.