Se cumplió la tradición. Los vecinos de los Poblados Marítimos, del Grao, del Cabanyal y del Canyamelar, volvieron a cumplir con la tradición y se enfundaron, nuevamente, las casacas de los soldados napoleónicos que en 1812 ocuparon Valencia y dieron escolta a la Dolorosa como en años anteriores lo hicieron el Tercio de Granaderos del Ejército Español.
Y lo hicieron en esa época primero en Vilanova del Grao, la antigua acepción del municipio independiente conocido hoy como Grao, y luego en el Cabanyal y, finalmente en el Canyamelar.
Guardias de granaderos que el escritor valenciano Blasco Ibáñez, que en su día marchó en procesión en una jornada allá por los años 20 del siglo pasado, plasmó para la posteridad en su obra ¨ Flor de Mayo¨ y ellos volvieron a salir orgullosos sacando de sus armarios los zapatos de charol, propios de la indumentaria, y las espadas relucientes en la noche despejada de una Valencia con marcado sello marinero.
Las campanas llamaron a los cofrades a misa y procesión
Las campanas de las tres iglesias repicaron para llamar a misa a los cofrades y clavariesas mientras unos minutos más tarde la mayoría de ellos se concentraba en sus locales para acudir al templo a ¨recoger¨ a su valor más preciado, su imagen.
En el Grao, los componentes de la cofradía lo hicieron con la mirada puesta en junio de este año para cuyo momento tienen ultimado una serie de actos conmemorativos de su 25 aniversario. Para ese momento guardan con celo y devoción la salida a hombros de trono y bajo palio de su imagen esculpida en su día por Román y Salvador y ayer salió bajo la escolta de sus granaderos y la presencia del portavoz socialista en el Ayuntamiento de Valencia, Joan Calabuig. Quedó nombrada la madrina del colectivo, María José Cuenca.
Luego le tomó el relevo la Hermandad del Cristo de la Palma con la Procesión de las Plegarias en un acto que se consolida y el recogimiento impregna la noche del Grao con las frases de quienes las han escrito con sentida devoción.
En el Canyamelar efectivos de la Policía Local de Valencia escoltaron el trono-anda bajo palio de Nuestra Señora de la Soledad con los granaderos delante y detrás y la asistencia de la edil socialista Pilar Calabuig.
Un multitud presenció la salida de la Dolorosa a costa en el Cabanyal
La mayor asistencia de público se registró en las aceras del barrio del Cabanyal. Centenares de personas de todos los Poblados Marítimos y gentes llegadas de otros barrios de la ciudad acudieron para presenciar la salida y el transcurrir del paso de la Dolorosa a costal por 30 costaleros, llegados de Alboraya, Oliva, de Valencia e incluso uno del barrio de Triana de Sevilla y muchos de los cuáles portarán hoy el paso de Misterio de la Hermandad de la Crucifixión y mañana el del Jesús del Gran Poder en el barrio de Arrancapins.
Sobre las 21 horas salía de su templo con los costaleros de rodillas la Dolorosa de Francisco Teruel a los sones de himno nacional que interpretó la banda de música del Ateneo Musical del Puerto y la de cornetas y tambores de la Coma. Nada más asomar los aplausos explotaron como los relámpagos de una tormenta y comenzó su caminar con los pies de sus costaleros que acabaron casi sobre las 24 horas llegando de nuevo al templo. El edil de Fiestas del Ayuntamiento de Valencia, Francisco Lledó, cumplió con su palabra y estuvo presidiendo el cortejo de los granaderos del Cabanyal.
Una procesión que necesita más agilidad en los tiempos e iniciarse media hora antes
Un fin de procesión, el de la medianoche, y duración que la propia corporación deberá analizar para darle más agilidad en otro año. Se ha ganado en prestancia con la salida a costal pero los tiempos deben mejorar.
Mientras, en la Parroquia Cristo Redentor-San Rafael Arcángel, la Hermandad de María Santísima de las Angustias realizó la procesión de los Siete Dolores de la Virgen, una procesión nocturna y en silencio, roto únicamente por unos timbales. Los siete clavarios de los Dolores de la Virgen rezarón una oración en unos puntos señalados previamente. La llegada de la Virgen a los lugares fijados para la lectura de las oraciones será recibida por un coro que entonará albaes.
VLC Ciudad/Redacción