Especialistas analizan para Infobae lo bueno y lo malo de un mundo en el que la heladera dialogará con el horno y los automóviles pasarán a buscar a sus dueños. Según los fabricantes, falta muy poco
El concepto de la Internet de las Cosas (Internet of Things, IoT) tiene ya quince años. Sin embargo, no es un término conocido por el gran público que usa tecnología en la vida cotidiana: desde computadoras hasta termostatos, desde aplicaciones hasta wifi, desde teléfonos inteligentes hasta automóviles. Pero este año la feria anual de novedades tecnológicas International Consumer Electronics Show ® (CES) lo puso en el centro de su temario.
En el CES, que se desarrolló esta semana en Las Vegas, debutaron objetos populares como la videograbadora (1970), el CD (1981), el DVD (1996), los televisores de alta definición (1998) y los de plasma (2001), el Xbox (2001), varios aparatos con el sistema operativo Android (2010), varios electrodomésticos inteligentes (2013). Este año, si bien se destacaron el Mercedes Benz F015 (un automóvil que se maneja solo), varios drones y robots, el televisor LG OLED flexible de 195 centímetros y 4K (4.000 pixeles de definición), la tableta Dell Venue 8 7000, el reloj inteligente Activité Pop de Withings y el servicio de televisión por Internet de Dish, Sling TV, entre otras innovaciones, el tema dominante fue la IoT.
¿Y qué es exactamente esa cosa de la Internet de las Cosas?
Un mundo de aparatos cotidianos –en las economías desarrolladas, cada persona posee o utiliza en sus ambientes entre 1.000 y 5.000– que se conectan en una nube propia, intercambian información entre sí para actuar y se controlan desde un centro sencillo como un teléfono inteligente o una laptop.
Heladeras que registran cuándo la leche se ha vencido y avisan –o compilan una lista de compras– a un celular.Termostatos que reconocen cuando nadie está en una casa y regulan la temperatura para ahorrar energía.Secadoras que por una indicación remota pueden subir o bajar la temperatura según se necesite o no la ropa.Parches que miden la temperatura de los niños y les informan a los padres en sus celulares. Un hervidor que se enciende cuando el automóvil de los dueños de casa está por llegar para que puedan prepararse un té caliente apenas traspasan la puerta. Un horno que cambia información con la heladera para saber qué materia prima hay para la cena, y sugiere recetas. Cepillos de dientes que registran si los niños se han cepillado, y envían una alerta cuando no lo han hecho.
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En el discurso de apertura al encuentro de más de 3.500 expositores al que asisten unas 150.000 personas de las industrias afines (no está abierto al público), el presidente de Samsung, Boo-Keun Yoon, dijo que nueve de cada diez electrodomésticos de su compañía, al igual que sus televisores, computadoras, teléfonos y relojes inteligentes, serán IoT en dos años, y que el resto de la industria lo alcanzará en los siguientes cinco.
Shawn Dubravac, economista titular de la Consumer Electronics Association (CEA), que organiza el CES, comentó aInfobae que “la IoT va más allá de la tecnología, se trata de la gente; su valor no proviene sólo de la conexión de cosas físicas sino de orientar la información de estas cosas conectadas con éxito hacia la persona correcta, en el momento correcto y al dispositivo correcto, para que se tomen decisiones mejores”.
SAMSUNG SOSTIENE QUE “EN DOS AÑOS” TODOS SUS PRODUCTOS SERÁN “IOT”
Agregó: “En la medida en que se continúe la digitalización de los objetos cotidianos –desde los electrodomésticos a los vehículos autónomos, pasando por los indicadores que monitorean nuestros cuerpos– la IoT se convertirá en la Internet Mía (Internet of Me).
Acaso por eso le gente vive ya en distintos niveles de IoT –el termostato que puede operar en automático, la computadora del que enciende un amarillo en el tablero cuando detecta un problema– el concepto se oblitera, así como el personaje de Molière en El burgués gentilhombre ignoraba que hacía más de cuarenta años que hablaba en prosa sin saberlo.
Esta cámara evitarà que el dueño tenga que escribir decenas de claves en su computadora
“Muchos de estos cambios pasarán inadvertidos para la mayoría de los consumidores: la gente tiende a no advertir la conveniencia hasta que la pierde”, señaló Daniel Castro, director del Center for Data Innovation (CDI) y analista de la Information Technology and Innovation Foundation (ITIF), en un intercambio electrónico con esta web.“Dentro de veinte años a nadie le va a sorprender que su ventilador de techo opere en cooperación con su termostato: nos sorprenderíamos si no lo hiciera. Para la mayoría de los consumidores, la IoT sólo representa la idea de que cada vez más productos vendrán con inteligencia, conectividad y sensores incorporados.”
Del viejo On-Off a la operación automática
Michael Liebhold, investigador superior del Institute for the Future (IFTF), trabaja en colaboración con diversos expertos porque “uno puede tener una visión clara del futuro, pero será una visión estrecha, basada en su especialidad”. Con esa metodología diversos expertos coincidieron en que “durante los últimos años los costos y elconsumo de energía de los chips informáticos se está volviendo tan bajo que será posible incorporar inteligencia en artefactos de toda clase”.
Castro coincidió con él y con el entusiasmo de Yoon: “La mayor parte de las compañías están desarrollando aplicaciones que puedan maximizar la conectividad generalizada. Cuando el costo de agregar sensores y un chip inalámbrico a cualquier aparato sea lo suficientemente bajo, cada aparato los tendrá”.
LA IMPLANTACIÓN DE INTELIGENCIA EN LAS COSAS QUE OCUPAN NUESTRO AMBIENTE ES INEVITABLE
Ya no más encendido-apagado, anunció Liebhold: “Podemos pensar en aparatos que funcionen de manera condicional, con algún nivel de evaluación en sí mismos. La implantación de inteligencia es casi inevitable en las cosas que nos ponemos, en las cosas que ocupan nuestro ambiente, en las cosas con las que trabajamos. Ya tenemos varios ejemplos de computadoras pequeñas que requieren poca energía, que son más que una pantalla y un teclado: pueden ordenar una serie de otros aparatos de toda clase y elaborar pequeños juicios inteligentes sobre cómo mejorar su performance”.
A diferencia del funcionario de CEA –quien cree que el potencial de la IoT es tal que “ningún pronóstico actual llega a representar el impacto que tendrá en nuestras vidas cotidianas”– Michael Froomkin, profesor distinguido de la cátedra de Derecho Laurie Silvers & Mitchell Rubenstein de la University of Miami, ve más allá de ese relato en apariencia neutral.
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“La versión agradable del relato sobre la IoT es que uno podrá controlar todos sus electrónicos desde el teléfono, la computadora o la tableta; podrá comunicar información sobre su uso y optimizarlos, y podrá agregar información sobre uno mismo para comprender mejor los hábitos propios, el peso, la dieta, el ejercicio físico”, dijo a Infobae. “La versión temible es que la policía, las compañías de seguros y la suegra pueden espiarlo a uno.”
Los problemas de seguridad, parte de la IoT
El profesor Froomkin distingue dos cuestiones de seguridad diferentes: 1) la inseguridad que proviene de la posibilidad de un hackeo 2) la información que uno acuerda que va a compartir, sabiéndolo o como parte de un contrato estándar que firma.
LAS VENTAJAS Y DESVENTAJAS DE COMPARTIR LA INFORMACIÓN ES EL DEBATE DE FONDO EN LA IOT
¿Y cuál es la peor?
“En los Estados Unidos el peligro principal no es el hacker malvado que vemos en las películas, aunque hay una cuota de eso. El peligro real son los contratos. No la conducta ilegal sino la conducta legal”, aseguró.
“Por ejemplo: firmamos un contrato con la compañía de electricidad para que instale un medidor inteligente en una casa inteligente. En algún lugar de ese contrato va a decir en letra muy pequeña que la compañía puede guardar el registro completo de toda la información de uno, e inclusive descubrir qué programas de televisión miramos… Con el paso del tiempo, la empresa podrá descubrir más y más de nuestros hábitos al analizar nuestro uso de la electricidad”, ilustró. “O Google, que ofrece todos esos servicios geniales, un refrigerador inteligente que nos avisa cuándo un alimento está por vencerse. Aclaremos que para esto falta mucho todavía –matizó–. Pero el refrigerador va a controlar nuestros alimentos. Va a juntar información para armar un perfil de nuestra alimentación: sabrá si es saludable o no. Una compañía de seguros puede querer esa información para saber cuánto cobrarnos…”
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De hecho, hoy algunas aseguradoras ofrecen la instalación de un pequeño aparato en automóviles fabricados desde 1996 en adelante que mide la velocidad a la que uno maneja, de qué modo frena, si toma conductas riesgosas en las carreteras. Sobre ese perfil de datos se establece la prima, que –por ejemplo– State Farm publicita como “Drive Safe & Save” (“Conduzca con cuidado y ahorre”). “Es sólo una cuestión de tiempo para que se haga algo así con nuestros hábitos de alimentación y bebida”, dijo el abogado de University of Miami.
Para Dubravac, el control de los datos “es primordial en un paradigma que se define por los datos”. El concepto de control tiene diferentes facetas, como la seguridad y la privacidad, distinguió para esta web. “Pero la esencia de ambos es el control. La privacidad es el control que un individuo hace de su información de modo tal que sólo se utilice como ese individuo lo autorice. Este equilibrio entre la recolección de datos y la privacidad será un diálogo que va a continuar cuando ingresemos en la fase siguiente de la Internet, cuando los datos definirán un número cada vez mayor de nuestras actividades cotidianas.”
LA SEGURIDAD DE LOS DATOS SERÁ EL PROBLEMA OMNIPRESENTE EN EL FUTURO DE LA TECNOLOGÍA
El investigador del IFTF cree que los problemas de seguridad integran el paisaje general del futuro de la tecnología: “Son ubicuos”.
A diferencia de Froomkin, que observó que algunos países europeos tienen leyes de protección de la información más fuertes que en los Estados Unidos, Liebhold cree que también al otro lado del Atlántico hay fallas: “Los europeos insisten en el derecho de ser olvidados, sin pedir previamente el derecho a ser invisibles, lo cual es un prerrequisito”. Durante largo tiempo ha explorado los derechos humanos en este campo, y definió los tres medulares:
1) Mi información es mía;
2) Otro puede usar mi información sólo con mi permiso;
3) Tengo derecho a conocer y aprobar el uso secundario de mi información.
“Son derechos humanos fundamentales que no se han establecido en Europa ni en otro lugar”, dijo Liebhold. “El problema es que existe una inercia comercial enorme del momentum, que va en contra.”
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Renuncia a la privacidad
Según una encuesta de TRUSTe, la compañía internacional de administración de datos privados, al 79 por ciento de los consumidores estadounidenses les preocupa que sus dispositivos inteligentes almacenen su información personal y el 69 por ciento cree que cada persona debería ser dueña de la información personal que recogen sus aparatos. La IoT, basada en la interconectividad autónoma, ofrecería canales potenciales para acceder a los sistemas de seguridad de los hogares, por ejemplo.
La proporción –8 de cada 10– no impresiona a Froomkin. “El problema con las encuestas es que la gente dice que se preocupa por la privacidad pero no se comporta como si se preocupara”, dijo. Diferenció dos escuelas de pensamiento sobre el asunto y se inscribió en la segunda: “Una cree que a la gente no le importa mucho el tema; la otra, que la gente no tiene idea de las consecuencias de lo que hace, sufre de lo que se llama miopía de la privacidad: ve el beneficio en el corto plazo pero no el costo en el largo plazo”.
LIEBHOLD: “LAS GUERRILLAS EMPLEAN MÓVILES PARA CONTROLAR ARTEFACTOS EXPLOSIVOS”
El director del CDI disintió: “Muchos consumidores tienen la voluntad de encontrar un terreno intermedio. Puede que se preocupen por la posibilidad de que hackeen su cámara de seguridad, pero no obstante prefieren comprarla porque les preocupa más que alguien pueda entrar a robar a sus casas”. Por eso Castro cree que quienes definen las regulaciones “deben considerar eso y no imponer a las empresas reglas demasiado restrictivas, porque al final sólo volverán la innovación más difícil”. Concluyó: “Con frecuencia es mejor dejar que el mercado solucione estos problemas y permitir que los consumidores tengan opciones”.
Para Liebhold la seguridad es una cuestión más delicada cuando se extiende más allá de lo virtual. “Estoy horrorizado –calificó– con este automóvil de 70.000 dólares operado por un control en un dispositivo móvil como un teléfono o un reloj inteligentes: se puede interceptar el canal y se puede cambiar abusivamente la dirección del automóvil. Y las guerrillas emplean estos artefactos explosivos improvisados (IED), hechos de partes de teléfonos celulares y explosivos: también se extienden las capacidades de estos actores negativos para causar caos. Los diseñadores de productos y tecnología tienen el desafío de crear sistemas que funcionen efectivamente, respeten los derechos humanos y protejan contra los usos abusivos. No hay respuestas sencillas.”