La jornada del ayer jueves tenía como única prueba del día una regata costera. La distancia prevista inicialmente era de 70 millas náuticas, unos ciento veinticinco kilómetros. La salida estaba marcada a poca distancia de la bocana del Real Club Náutico. Ya por la mañana el cielo encapotado y las previsiones meteorológicas, presagiaban condiciones de navegación duras. La dirección de regata acortó el recorrido hasta las 50 millas. Los barcos después de la salida, rebasarían un boya mar adentro, pondrían rumbo a Cullera donde, después de rodear otra baliza, volverían hasta el Club Náutico en cuya bocana estaba ubicada la meta.
El mar: aunque en muchas ocasiones es un anfitrión amable, bello y divertido, el mar debe ser respetado y temido por cualquier navegante. Ayer era una de esas ocasiones. Las condiciones de navegación eran tan duras que entonces recuerdas por qué ser marino no es sólo una ocupación o profesión, es una forma arriesgada y romántica de vivir. Olas muy seguidas de dos metros con sus crestas espumeantes. Viento con rachas de 25 a 30 nudos. Cielo encapotado, que sumía el mar en una penumbra gris. Horizonte con nubes negras, la silueta de algún tornado que parecía succionar el agua con sus serpenteantes trompas y, por fin, lluvia torrencial. Créanselo, las gruesas gotas salpicaban al caer con fuerza sobre la superficie de las olas provocando una neblina donde los barcos eran sólo siluetas oscuras. El barco del comité, anclado con una firme cadena, parecía que iba a arrancar su aparejo de varada cada vez que las olas lo levantaban o se estrellaban contra su proa. La boya roja que delimitaba el fin de la línea de salida apenas era visible desde el otro lado. Pero es el Campeonato de Europa y la regata no se suspendió.
La regata: Cuando en la zodiac de la prensa llegamos al campo de regatas, la flota ya llevaba un rato soportando el viento y las olas. Los veleros escupían espuma con sus proas en cada ola, como si resoplaran de disgusto. Iban y venían con sus tripulaciones encaramadas sobre la borda de barlovento y aferradas a los guardamanzebos, nunca más apropiado el nombre de los cables que rodean la borda de los veleros a modo de barandilla. Uno de ellos cedió y se partió. Dos tripulantes del flamante FERMAX cayeron al agua pero el resto de la tripulación reaccionó de inmediato y los pudo recoger a pesar del mal tiempo. Ayuda en estas ocasiones el equipo de trabajo de los regatistas que, además de abrigarles con esta inclemencia, flota y les ayuda a mantenerse sobre las olas. Con sus enormes velas, los barcos se cruzaban los unos con los otros en una danza silenciosa y ágil. A veces, un barco escoraba tanto que parecía que iba a quedarse tumbado sobre la ola con sus velas en el agua, pero se encaramaba sobre ella y volvía a adrizarse en un milagro inexplicable para quien no lo haya visto nunca.
Se llamó a la flota a la salida. Con más desorden de lo habitual, los veleros cabeceaban, se formó la hilera de participantes y rebasaron la línea sin incidentes.
El Icue IV, con Carlos Sáez a la caña, hizo una salida conservadora, dejó que los ‘pura sangre’ se adelantaran y pasó la línea entre las últimas unidades pero con espacio libre a babor y estribor. Una regata tan dura no se gana por tres segundos en la salida. Todo lo contrario, puede perderse en un accidente o rotura. Esta no era su regata. Ellos han venido a competir en los recorridos clásicos que empiezan a partir del viernes. Como las condiciones siguieron empeorando, se vieron obligados a abandonar por una rotura en la vela mayor y volvieron a puerto.
El Fyord- Valencia Luxuri, salió cinco minutos después con los de su clase. Le vimos en mitad de la flota cruzar la línea sin ceder un milímetro. Ya anochecía cuando cruzaron la meta sin ocupar las primeras plazas. Su aparejo y el equipo de velas que han seleccionado para este campeonato no es el mejor para una regata costera, y menos con este tiempo, pero ya tendrán ocasión de desquitarse a partir del Viernes.
El más rápido del día fue Hurakan de Giuseppe Parodi con Marco Serafini a la caña, seguido del Duvetica Linosonego ambos italianos. El Hurakan es el actual campeón del Mundo ORC.
Foto: Guillermo Baixauli.
De los ‘pequeños’, el primero en cruzar la meta fue el checo Three Sisters, conducido por Milan Hajek y eso que a mitad de la prueba el viento cayó mucho para arreciar en el último tramo permitiendo recuperar tiempo a los más rezagados, pero no lo suficiente para poner en peligro la clasificación de los más rápidos. Recuerden, los más rápidos tienen que ganar tiempo a los otros y ellos ya estaban en puerto cuando el viento se puesto a soplar favoreciendo la carrera de los que aún navegaban.
Un día duro, para empezar. Nadie, sin embargo, dijo que esto iba a ser fácil.
Foto: Guillermo Baixauli
VLC Noticias | José Carlos Morenilla. Fotos: José Carlos Morenilla y Guillermo Baixauli