Hacer una entrevista en la Sala Russafa no es solo adentrarse en una de las salas teatrales más acogedoras y próximas del panorama local, es también adentrarse en el corazón de la compañía teatral Arden, en el laboratorio donde el tándem creativo del director, actor y dramaturgo Chema Cardeña y al actor Juan Carlos Garés, elabora sus piezas, prepara sus proyectos, genera clases y ensayos, estrena sus obras o idea mil recursos para que cada día el telón se levante y la función reciba a su público.
Si Arden tiene un compromiso es porque Chema Cardeña y Juan Carlos Garés proponen un teatro motivador, sin miedos ni artificios, un teatro barrial y comunicativo, un teatro tan desnudo que su escenario está a ras de suelo y porque luchan y sudan para Sala Russafa, en pleno centro de un barrio multirracial, sea un lugar donde se aprenda y se disfrute a poner y a quitar las máscaras.
En el cómodo espacio de una terraza situada junto a los despachos, acompañados de café y algún cigarrillo, El Péndulo de VLCNoticias charló con los responsables de la compañía y gestores de la sala, sobre su exitosa obra ‘Revolución!’, el IVA, la política cultural y lo que harán y esperan de este 2014 que acaba de nacer.
Juan Carlos Garés: Chema (Cardeña) es una enciclopedia andante. Él estudió historia, antes que arte dramático, y está muy puesto en estos temas y… entonces los temas que más pasión le mueven termina por volcarlos en los trabajos que hacemos. Él elige dónde ubicar las historias y luego las adapta a las necesidades de la compañía. En ‘Revolución!’ nos hemos tirado, directamente, al río y hemos lanzado una propuesta muy arriesgada.
La idea era hacer partícipe a los espectadores del juego escénico y que sintieran que la revolución también les afecta, les llega a las butacas.
El Péndulo: Confieso que ‘Revolución!’ es una obra estupenda, con un excelente cuerpo actoral capitaneada por vosotros dos y que permite la involucración de los espectadores en un juego bidireccional, muy divertido, y que rompe por completo la famosa cuarta pared.
J.C.G.: Es que esa era una de las intenciones de Chema, involucrar al público. La idea era hacer partícipe a los espectadores del juego escénico y que sintieran que la revolución también les afecta, les llega a las butacas.
Chema Cardeña: Estos días hemos tenido funciones preciosas. El público ha estado encantado y no pararon de colaborar y estaban dando mucha energía al espectáculo y tú dices ‘queréis sangre, os doy sangre’. En el momento de promulgar las leyes la gente venga proponer leyes y venga, venga, venga. Nos proponen cosas como más banda ancha y, claro, como se nos va de época nosotros decimos ‘banda ancha, más carreteras, pues carreteras más amplias’ y…, vamos adaptando las propuestas al S.XVIII.
El Péndulo: Creo que algo muy bonito de la Sala Russafa es que el escenario lo tenéis a ras de suelo, al viejo formato griego, y eso permite tener una comunicación con el público muy cercana, muy al estilo de lo que proponían André Gregory y Grotowsky con el teatro es ‘aquí y ahora’, sin la cuarta pared, sin distancia, sin altura.
J.C.G.: Sí, era uno de nuestros principios. Fíjate que respecto al escenario, cuando lo construimos, le estuvimos dando muchas vueltas. Además entró una entidad nacional a patrocinar parte de la construcción y se suponía que nos ayudaba cuatro años y…, al primero dijo que se salía y nos dejó ¡guau! 300.000 euros colgados que tuvimos que buscarnos la vida. Pero respecto al escenario le dimos muchas vueltas…, si hacíamos una italiana, con foso, u otro más estilo inglés y…, bueno pensamos en todas las propuestas y, finalmente, elegimos el escenario a ras de suelo porque pensamos que era la que mejor se adaptaba a la comodidad del público y del actor y del trabajo que queríamos desarrollar. Desde luego ha jugado a favor en todos los casos. Cuando hemos hecho danza, es perfecto para danza; cuando hemos hecho espectáculos para niños o bebes, es perfecto para ellos; realmente la disposición de grada y escenario a ras de suelo fue un acierto.
…siempre que hacemos algo, lo primero que pensamos es en la comunicación con el público. Hay que divertirlos, hay que invitarlos a reflexionar, hay que lanzarles mensajes y hay que seducirles en una comunicación muy directa y cercana.
E.P.: Creo que el espíritu de la compañía Arden es muy a la griega, muy pegado a ras de suelo y próximos a los espectadores. Va con vuestro estilo de hacer teatro.
J.C.G.: Sí, porque nosotros bebimos muy de los clásicos, de Shakespeare sobre todo. Arden viene precisamente de Shakespeare pero… Durante cuatro años hemos pasado por el clásico griego y nos sentimos muy cómodos. Chema escribió ‘El banquete’, ‘La reina asesina’ y ‘El ombligo del mundo’, una trilogía inspirada en la antigua Grecia, y sí, sí, las ágoras griegas las tenemos aquí dentro, en las venas. Creo que hemos dejado fluir la intuición y nos decimos por este tipo de escenario porque era el de mayor conexión y comunicación nos iba a dar con el público y… Por suerte está siendo así. Nosotros siempre que hacemos algo, lo primero que pensamos es en la comunicación con el público. Hay que divertirlos, hay que invitarlos a reflexionar, hay que lanzarles mensajes y hay que seducirlo en una comunicación muy directa y cercana. Es lo primordial.
E.P.: Héctor Alterio decía que hay que romper el proscenio, tocar la espectador, sentirlo cerca, y creo que el estilo de Arden va un poco por ahí.
J.C.G.: Sí, en gran parte sí. En las propuestas íntimas ya habíamos comprobado que funcionaban perfectamente. De hecho, antes de inaugurar la sala, hicimos una pretemporada pequeñita, imagínate el teatro con muchas cosas por terminar y el jefe de sala con casco de obra: pues hicimos ‘Clandestino’, que fue un montaje de 2007 sobre la figura de Cristo, que podía serlo o no, un líder religioso en esa época que se llama Yeshua (en nombre hebreo) y era una propuesta muy íntima, que llevamos a Centroamérica, y la gente se sentía completamente involucrada en esa intimidad que le proponíamos.
C.C.: Era una obra muy dura y muy intensa. Era una propuesta en la que se veía una lavandería, en Jerusalem, y están los seguidores de Jesús esperando y tú veías, en una pantalla, el interrogatorio y veías magulladuras, golpes, sangre… La tortura que le hacían a Cristo y…, bueno, la gente se queda pegada a lo que ocurría en escena. Era un escenario muy limpio, la propuesta era muy limpia y cuando tú salías al escenario te quedas de rodillas y los actores, en un perímetro limitado, estaban a tu alrededor y la gente estaba completamente dentro y eran como uno más de aquello veían y vivían.
J.C.G.: Comentaba lo de esta obra porque representa la antítesis de ‘Revolución!’. Aquella obra era algo pequeñito, íntimo, intenso, dramático, muy emotivo y ‘Revolución!’ es todo lo contrario, es un festival y un divertimento por los cuatro costados.
C.C.: Fíjate que la que era la madre del líder es la que lo delata. Era una madre ultraortodoxa y lo que quería era que su hijo cumpliera la misión de una forma brutal, hasta el límite.
El teatro tiene que provocar, siempre. Sea para la risa o para la reflexión, como intentamos en ‘Revolución!’ o a través de sentimientos o a través de dogmas…
E.P.: Vamos, que había material para sacar punta.
J.C.G.: El teatro tiene que provocar, siempre. Sea para la risa o para la reflexión, como intentamos en ‘Revolución!’ o a través de sentimientos o a través de dogmas. Si el teatro no provoca, no tiene sentido. El teatro tiene que comunicar y provocar. Si no provoca algo hemos fallado. En ‘Revolución!’, lo que pretendemos es que la gente ves los paralelismos que en dos siglos y medio no hemos evolucionado casi nada y que las cosas están en nuestras manos. Si alguno lo recibe y se siente conmovido hacia la actividad social, genial; el que no, al menos se lo ha pasado bien, ha escuchado las canciones y se entretuvo un rato.
E.P.: Parece que nuestra ciudad necesita varias revoluciones, ¿no?
C.C.: ¡Unas cuantas, por Dios!
J.C.G.: No estaría mal, no estaría mal.
…el poder adquisitivo de la gente es muchísimo menor y ese 21%, que antes era de un 8%, se ha chupado el poquito margen de beneficio que hubiera quedado, ha desaparecido…
E.P.: Una revolución debería pasar por esa tortura que sufre la cultura con el 21% de IVA, ¿sí?
J.C.G.: Es una sangría muy grande. Creo que para las compañías de teatro es grave y para los que tienen una sala esa gravedad se multiplica. No hemos podido subir el precio de las entradas y, se supone, que en enero bajen un poco porque el poder adquisitivo de la gente es muchísimo menor y ese 21%, que antes era de un 8%, se ha chupado el poquito margen de beneficio que hubiera quedado, ha desaparecido. Eso hace que la actividad sea deficitaria, muy deficitaria. Continúas haciendo la actividad por puro voluntarismo. Sabemos que el teatro es vocacional y por eso estamos aquí porque si no estaríamos haciendo otra cosa.
E.P.: Claro que hay vocación pero…, detrás de esa vocación hay trabajadores, hay profesionales de la escena, hay iluminadores, músicos, actores, pintores, técnicos…
J.C.G.: ¡Por supuesto! Hay toda una infraestructura laboral.
C.C.: Pero yo creo que hay un castigo hacia el mundo de la cultura en general. Hay un castigo al cine y al mundo del teatro, no hay otra explicación. Un gobierno que se precie y que quiera tener un prestigio lo primero que hace es identificarse con la cultura. Cada uno con la que quiera y cada uno con la de su palo pero impulsar la cultura y promoverla.
E.P.: Digamos que están relegando toda la acción cultural a un estado de capricho. Si una revista pornográfica tiene un 8% de IVA y un teatro el 21% significa que entienden la cultura como un capricho. ¿Piensas que eso responde a que una masa inculta es más fácil de gobernar?
C.C.: ¡Por supuesto! ¡Eso está clarísimo!
J.C.G.: Lo estamos comprobando día a día.
Blas Piñar decía aquello de que cuando oía la palabra cultura le quitaba el seguro a su pistola. Tú revisa el gabinete ministerial que tenemos…
C.C.: Pero es que eso ha sido siempre así. Recuerdo que Blas Piñar decía aquello de que cuando oía la palabra cultura le quitaba el seguro a su pistola. Tú revisa el gabinete ministerial que tenemos y desde la señora Fátima Ibáñez, que tiene la poca vergüenza de decirnos “que la Virgen nos eche un capote”, pasando por Ana Mato, pasando por Montoro, pasando por Wert, pasando por Soria… Todos estos ministros han demostrado, estando en el gobierno y antes, cuál es su posición. Hace poco hicieron una gala en la televisión, de ‘Inocente, inocente’, que recaudaba fondos para los niños con discapacidad y… tiene cojones que quiten las ayudas a los discapacitados para luego pedir caridad a la gente. ¡A la gente que le has quitado todo eso! ¡Y recaudaron más de un millón de euros! Y claro, utilizan una plataforma como es la televisión y desde esa plataforma conducen y… ¿qué es lo que se ha fomentado? Niñas poligoneras que llegan a ser famosas como tal, niños poligoneros que… también y no tienen cerebro.
E.P.: Vale, sabemos que hay apología de la incultura, que triunfa lo descerebrado, pero no todo debe ser ilustración y saber, habrá que pensar que hay una parte frívola en la sociedad y que estamos en ella.
J.C.G.: Pero fíjate, creo que es muy significativo que en las tres últimas décadas se haya cambiado tantísimas veces la política educativa. No se ha ido mejorando, se ha ido salvaguardando unos ciertos valores que interesa que sobrevivan, pero no se está incentivando a los chavales a desarrollar sus cerebros porque interesa que sea así. Mira, me he vuelto francófilo, no ya por el 1’5% de IVA en teatro durante las cien primeras representaciones, sino por el apoyo a todo su infraestructura cultural. Esto ha propiciado una buena noticia, que nos demuestra muchísimas cosas, y es que el PBI de la cultura en Francia ha superado al PBI de artículos de lujo, automóviles de alta gama…, y demuestra que la cultura también puede ser rentable y que también puede contribuir al crecimiento del país. Eso ocurre, obviamente, si apuestas por la cultura y si no apuestas nunca podrás obtener beneficios de la cultura.
…el PBI de la cultura en Francia ha superado al PBI de artículos de lujo, automóviles de alta gama… y demuestra que la cultura también puede ser rentable y que también puede contribuir al crecimiento del país.
E.P.: En nuestra Comunidad se ha apostado por un tipo de política y por un tipo de política cultural que va para 20 años y eso demuestra que hay un tipo de sociedad que avala esa propuesta y esa fórmula de entender la política y la cultura.
J.C.G.: Pero eso también responde a un sistema electoral. Hay una ley electoral con un juego de porcentajes que son muy raritos. En la Comunidad Valenciana, en las últimas elecciones, el partido que está gobernado obtuvo un 34% o un 35% y sin embargo están gobernando, yo diría, de una forma absolutista. No hay casi representación de otros sectores.
C.C.: Eso es cierto pero yo no creo que eso sea suficiente. Creo que cada sociedad tiene unas propiedades, que son ancestrales. Cada sociedad no se libra nunca de una lacra. Yo soy andaluz y creo que es imposible que la derecha pueda gobernar en Andalucía. Porque desde los albores de la historia, porque ancestralmente, ha sido una comunidad explotada, expoliada, sometida a humillación y eso hace que la gente no quiera votar a la derecha. ¿Y qué ocurre aquí? Todo lo contrario. Esto ha sido una tierra rica, con una burguesía poco ilustrada, una burguesía que ha salido del campo y ha tenido siempre ese complejo de ‘tenemos pero no somos considerados’. Hay un complejo de inferioridad terrible y si llega alguien vendiendo la moto de que somos más que nadie, que es lo que han hecho todos los oligarcas de la historia, la gente se siente que le están dando lo que le corresponde. Aquí hubo un gran agravio comparativo después de la Transición en la que en Sevilla se hizo la Expo, en Barcelona se hizo las Olimpiadas, que Madrid fue capital cultural del año y…, que a Valencia no se le dio nada y…, a eso se agarraron los políticos de aquí. Vino la Ciudad de las Artes, la fórmula uno, la Copa América, el Papa… Eso de poner a Valencia en el mapa del mundo, imagínate con los casos de corrupción, es una inyección de euforia que hizo y hace vivir a la gente en un mundo absurdo.
E.P.: ¿Cómo hacemos para la gente venga más al teatro? ¿Qué medidas de promoción, de publicidad o de descuentos se pueden realizar para que el teatro no viva esta situación?
C.C.: Hay que hacer medidas de apoyo desde el sector público y privado.
El matrimonio poder y arte tiene que existir como ha existido desde los tiempos deAristófanes (…) aunque sea mal avenido…
J.C.G.: Siempre he dicho que el consumo cultural de un país se tiene que incentivar. Esa es una labor que se tiene que hacer a medias. El matrimonio poder y arte tiene que existir como ha existido desde los tiempos de Aristófanes. Es fundamental, aunque se lleve mal, aunque sea un matrimonio mal avenido es un vínculo absolutamente necesario.
E.P.: ¿Y cuáles son los incentivos de ese matrimonio? ¿Precios especiales a los estudiantes, rebajas a los jubilados…?
J.G.C.: ¡Es que están! Todos están en marcha pero si nosotros hacemos unos descuentos del 50% a los alumnos, a los jubilados… Y si luego, desde las universidades, desde las instituciones no se le da promoción a esas ofertas de acceso al teatro o a la cultura, nos quedamos a mitad de camino. Es fundamental que esa oferta se conozca y se mantenga y se difunda. Nosotros solos no podemos hacerlo.
E.P.: ¿Qué propuestas hay para el 2014 desde la Sala Russafa y desde Arden? ¿Qué proyectos nuevos tenéis previstos para el nuevo año que empezamos? Y, deseamos que el 2014 venga con buenas perspectivas para todos.
C.C.: Sí, sí. Primero que se nos vaya este 2013 terrible y que venga ya el 2014. ¡Que se vaya el 2013! Que llegue un poco de aire fresco.
J.C.G.: No sé si tendrá que ver con la llegada de las próximas elecciones europeas pero… sí, parece que se está empezando a mover el mercado. Quizá un poquito más que el 2013. Creo que el 2013 fue el peor año de todos.
C.C.: De toda la década. Todo el mundo está deseando que se acabe.
…hemos preparado dos propuestas para el 2014, ‘Las rameras de Shakespeare’ (…) y una obra para niños que se llama ‘El ruiseñor del emperador’…
J.C.G.: Ha sido un año muy funesto. Nosotros hemos preparado dos propuestas para el 2014, ‘Las rameras de Shakespeare’ es una y empieza su gira a finales de enero. Estaremos un poquito por la Comunidad Valenciana y luego vamos a Euskadi, Galicia… y creo que tenemos hasta junio. Y la segunda opción es una obra para niños que se llama ‘El ruiseñor del emperador’ que es, como siempre en nuestra línea para niños, una versión de un clásico, en este caso de Andersen, y empieza ya a tener su andadura. Esos son los dos productos que desde Arden lanzamos al mercado además de mantener en la Sala Russafa una propuesta variada tanto para niños como para adultos.
E.P.: Chema Cardeña y Juan Carlos Garés, mil gracias por abrirnos las puertas de Sala Russafa y contarnos vuestro trabajo desde Arden. Os deseamos un excelente 2014 y que sigáis trabajando con el mismo entusiasmo con el que lo estáis haciendo. Mucho éxito en vuestros proyectos.
C.C.: Gracias a vosotros por venir y por dar a conocer nuestro trabajo. Estáis en vuestra casa.
J.C.G.: Gracias por dejarnos hablar sobre la labor que hacemos desde la sala y difundir lo que se hace desde los teatros de barrio. Vosotros y vuestros lectores ya sabéis donde estamos. Venid a visitarnos cuando lo deseéis.
El Péndulo de VLCNoticias/ Jimmy Entraigües/ Javier Furió (Fotografía)