Alejado del patio político desde hace años, el que fuera durante más de una década presidente de la Comunidad de Madrid y durante varias legislaturas socialista diputado en las Cortes, vuelve a la escena pública con un texto crítico y analítico sobre la realidad política española: nos referimos a Joaquín Leguina, una de las voces más autorizadas del territorio político y con más conocimiento de las entrañas del Partido Socialista.
Con su nuevo ensayo, ‘Historia de un despropósito’ (Temas de hoy, 2014), Leguina repasa el periodo que abarca los años del 2000 al 2011 en donde triunfó la fórmula ZP (siglas que amparaban el nombre de José Luis Rodríguez Zapatero) dentro del PSOE y la herencia y el pozo que dejo su manera de hacer política.
El Péndulo de VLCNoticias charló con Leguina sobre algunos de los pasajes de su nuevo libro y la crudeza y la dureza con la que trata a algunos personajes de la vida política española. Leguina no deja de lado el ‘caso Bárcena’ como un modelo surgido de la peor manera de hacer política y las posteriores ‘ocurrencias’ con la que Zapatero intentó reconducir al PSOE y gobernar la nación. Para el autor, seguimos en un pozo político que puede conducir a graves problemas políticos, entre ellos el resurgimiento intenso de las ideas nacionalistas.
El Péndulo: ¿Por qué este libro ahora?, ¿es una oportunidad política, editorial, personal…?
Joaquín Leguina: Tenía pensado hace tiempo hacer este libro. He ido escribiendo cosas, sobre la marcha, según se iban produciendo los acontecimientos pero, bueno… Se ha producido la ocasión y ya una vez terminado el mandato de Zapatero describir una crónica crítica sobre cuáles eran las herramientas psicológicas de este caballero, cómo ocurrieron las cosas y demás. Claro que al echárseme el tiempo encima he tenido que tirar un cuarto de espadas al gobierno del PP que también tiene tela. Pues el libro es una crónica de los últimos años, no una crónica al uso, ni periodística sino crítica. Es un análisis crítico de la situación y de cómo hemos llegado a esta triste situación.
E.P.: ¿Una obra tomada desde la distancia, desde el papel de observador?
J.L: No, no, no. Una obra tomada desde la distancia, como observador pero implicado ya que cuento anécdotas personales. Está todo trufado de alguien que ha vivido por dentro todo eso y que ha estado muy cerca.
E.P.: Hay mucha mordacidad en muchos comentarios como cuando dice ‘que así le lució el pelo’ al señor Almunia (Joaquín) o que Rodríguez Zapatero asistió a la presentación de uno de sus libros mostrando un ‘interés literario que jamás tuvo’. ¿Además de crítico le gusta poner dosis de humor sobre las personas con las que ha tomado distancia?
J.L.: Sarcasmo se dice a esa fórmula. Creo que un libro sin humor mejor lo tiramos a la basura. Sea un ensayo, una novela o un escrito periodístico tiene que tener humor. El sarcasmo es el humor llevado a sus últimas consecuencias y…, sí que lo uso y sé que suele ser doloroso pero…, para el lector no es doloroso.
E.P.: Pero es un dardo doloroso para quien va disparado.
J.L.: Pues que se aguanten o que protesten.
E.P.: Dedica un largo capítulo al tema de los nacionalismos, ¿hay una España madrileña, por así decirlo, y una España periférica?
J.L.: No, creo que hay una España que lleva muchos años integrada en una nación y en un Estado y quienes creen en el nacionalismo no creen en la nación española pero el Estado… Eso son palabras mayores. Desde una óptica de izquierdas, y para quienes no tienen una óptica de izquierdas pero tienen sentido de Estado, el Estado es quien nos asegura nuestra libertad y nuestros derechos y destruirlo…, es más, ¿para qué ponerse así? Yo soy antinacionalista militante.
E.P.: Sin embargo, los dos partidos mayoritarios han pactado con los nacionalistas, en algún momento determinado, para conformar gobierno.
J.L.: Sí y… Así nos ha ido. Porque una cosa es pactar para ejercer el poder, para estabilizar un gobierno y otra es pactar para dejarse en la gatera. Pondré un ejemplo: Aznar pactó con Jordi Pujol para estabilizar su gobierno, hasta bien…, pero entre esos pactos hay dos cosas que pactó que es indecente el pacto. Una: ‘quíteme usted este compañero suyo que me molesta’ y cogió y echó del baile a Alejo Vidal Cuadras, ¡eso es una indecencia! Y dos: dijo ‘no me recurras la ley de la lengua catalana que acabo de aprobar’ y ésa ley de la lengua es la que permite poner multas a los bares que rotulan en castellano. Se pueden pactar cosas pero las cosas de comer no se pactan y una de las cosas de comer es la aplicación, íntegra, de la Constitución. Usted no puede hacer la inmersión lingüística en la lengua, por muy propia que sea, porque hay unos derechos de los hijos de inmigrantes, que en la provincia de Barcelona son más del 60%, cuya lengua materna es el castellano. Hay obligarles usted a la inmersión, está atacando sus derechos y, además, discriminando. Por mucho que se aprende una lengua nunca podrás llegas a dominar otra lengua como la lengua que has mamado de tu madre.
E.P.: Se habla de clan y de ‘ala’ zapaterista durante todo el período que Rodríguez Zapatero estuvo en el PSOE y contra el que usted arremete de forma muy dura, ¿cree que aún se mantiene esa herencia que dejo Zapatero dentro del partido?, ¿todavía hay gente de ese clan o grupo?
J.L.: Te voy a poner un ejemplo y lo podrás comprobar en unos días. ¿Cuántos ministros, de la etapa Zapatero, van a ir a las listas del PSOE para las elecciones europeas? Cuando veas cuántos van, tú mismo te vas a enterar que eso está vivo, que no se ha enterrado el zapaterismo. Que el error del PSOE, como organización, es no haber enterrado esa etapa. Una etapa que no solo nos ha llevado a la ruina electoral, eso puede ser pasajero, es que ha arruinado al partido y eso puede tener unas consecuencias nefastas. En estos momentos hay mucha gente, historiadores de prestigio que cito en el libro, que piensan que el PSOE está a punto de desaparecer y eso es muy gordo, muy gordo para los socialistas y muy gordo para el conjunto de España.
E.P.: Alfonso Guerra siempre se mostró en contra de ‘las primarias’ ya que decía que era algo importado de los EEUU. Usted dice que ‘las primarias’ sirven como elemento de imagen y protagonismo y que no favorecen del todo al partido, ¿primarias sí o primarias no?
J.L.: Vamos a ver. En eso tenía razón Alfonso Guerra, en eso y en otras muchas cosas. Yo soy partidario del modelo americano, prefiero el modelo americano al modelo tradicional europeo, en contra al juego de los partidos. En el modelo americano no existe el existen los secretarios de organización. Y los secretarios de organización ya han demostrado de sobra que son un peligro público. Si estás a favor del modelo americano estás a favor de que exista una ley de partidos que imponga a los partidos la primaria. Ahora, si como parece, Guerra es partidario de seguir con el modelo europeo tienes que limpiar los partidos de otra manera. Una manera es cambiar de modelo y otra es prestigiarte abriendo el partido pero no es la mejor forma de abrir el partido mediante unas primarias. La mejor forma es seleccionando bien al personal que entra y citando a los jóvenes más listos, más valiosos, más trabajadores a que se metan en el partido y eliminando a ‘las juventudes’, tanto socialistas como las del PP. Es lo peor de cada casa.
E.P.: Movimientos ciudadanos como los de Burgos o plataformas civiles profesionales como la sanitaria, ¿acaban teniendo resultados?, ¿son opciones a seguir cuando el debate político no parece dar respuesta a los ciudadanos?
J.L.: Las reivindicaciones forman parte del juego democrático. Otra cosa es que eso conduzca a cambios sustanciales. Yo, hasta ahora, no veo que eso haya conducido a cambios sustanciales. Solo el movimiento contra los desahucios, que me parece que está cargado de razón, ha conseguido cambiar una ley y me parece muy positivo. Ahora, creo que los partidos están, precisamente, para señalar esas situaciones, no para dejarse llevar por el viento, sino para señalar los cambios que hay que hacer. ¿Qué eso tiene que ver con las movilizaciones? Mejor. Las reivindicaciones por si misma se agotan, ¿qué paso con el 15-M? Pues nada.
E.P.: Gracias señor Leguina por atendernos y responder a nuestras preguntas.
J.L.: Gracias a vosotros por prestar atención a los pensamientos de un expolítico.
El Péndulo de VLCNoticias/Jimmy Entraigües