Lara Moreno llega puntual a la entrevista. Viste vaqueros, camiseta a rayas horizontales y despliega una amplia sonrisa en las presentaciones. Sevillana de nacimiento ha publicado los libros de relatos ‘Casi todas las tijeras’ y ‘Cuatro veces fuego’. También ha escrito dos poemarios, ‘La herida costumbre’ y ‘Después de la apnea’. La editorial Lumen a confiado en ella para publicarle ‘Por si se va la luz’, su nuevo trabajo novelístico que presenta en Valencia. Su labor literaria ya le valió el reconocimiento como Nuevo Talento de Literatura FNAC. Estamos ante una escritora que se erige como algo más que una joven promesa del mercado literario. Ya pueden empezar a conocerla.
El Péndulo: ¿Estás contenta con todos los buenos comentarios que llegan de tu novela?
Lara Moreno: (Sonríe) ¡Uf! Bueno, ni siquiera me da tiempo para ver lo que va saliendo pero la acogida es buena y los comentarios que me llegan son muy satisfactorios y… Estoy contentísima porque Lumen (la editorial) haya confiado en mí y…, ya lo que venga lo dejamos en manos de los lectores.
La chispa del argumento me vino a raíz de una noticia que oí en la radio donde animaban a la gente a repoblar pueblos abandonados de España…
E.P.: ¿Cómo surgió la historia para que te decidieras convertirla en novela?
L.M.: Pues, si te digo la verdad, primero llegó las ganas de escribir una novela y luego llegó la historia. Yo ya tenía varios libros de relatos cortos y me apetecía afrontar el género de la novela con todas sus distintas técnicas y necesidades. Y…, me rondaba la idea de escribir una novela coral, donde pudiese meter a los personajes en un círculo cerrado, ¿no?; que el espacio funcionase como una isla, porque me interesaba hacer un tratamiento de los personajes en una situación de aislamiento y ese límite que puede ser bastante radical y… Entonces la chispa del argumento me vino a raíz de una noticia que oí en la radio donde animaban a la gente a repoblar pueblos abandonados de España. Yo no investigué nada más sobre eso, sé que oí la noticia una mañana en la cama y dije como ¡ya está! Previamente ya se me había encendido la luz de la isla, del encierro, del aislamiento y sabía que quería meter a los personajes en un sitio árido y surgió como el punto de partida, basándome en un hecho real, que me dio el desenlace de poner a una pareja joven que ayudados por una organización un poco fantasma, pues llegan a un pueblo, igualmente fantasma, con marco de desasosiego detrás ya que, se supone, están huyendo de una devastación total del sistema tal y como lo conocemos.
E.P.: ¿Los protagonistas huyen a la desesperada, buscan un lugar en mundo, encontrarse a sí mismos?
L.M.: Un poco a la desesperada sí. Ellos, en principio, no buscan encontrarse a sí mismos, lo que pasa es que no tienen más remedio que hacerlo… Sobre todo llegando a un sitio tan básico como al que llegan. Uno de los protagonistas está absolutamente convencido que el futuro ya no es posible en el lugar que está y…
E.P.: ¿Te refieres al personaje del investigador?
L.M.: Sí, él es un investigador de la universidad sobre alimentación y desarrollo y se encuentra desencantado de todo eso y hace un poco de adivino gafe. Digamos que él que se va por un convencimiento ideológico, ¿no? Luego tiene una transformación muy fuerte, personal, porque siente que tiene una vida más auténtica. Ella, sin embargo, no está convencida de nada y se va porque se siente incapaz de tomar decisiones. Ella es artista, pero se da cuenta que su trabajo no tiene sentido en la ciudad.
E.P.: ¿Y qué empiezan a construir estos personajes en un pueblo tan pequeño y cerrado?
L.M.: Ellos continúan con su vida en común bastante menos exigente sin plantearse, prácticamente, nada a priori porque sienten un sosiego ante la desnudez a la que llegan. Ellos son unos ineptos, no saben cómo calentar la casa, ni cómo trabajar la tierra, nada. Los tres personajes que viven en el pueblo son los que ayudarán a esta pareja a subsistir de alguna manera.
E.P.: ¿Pero los personajes crecerán con esta experiencia?
L.M.: Claro, por supuesto. Se ven obligados a adaptarse al medio y a crecer a pesar de ellos mismos.
E.P.: Entonces… Esta soledad les generará problemas de relación y de convivencia, ¿verdad?.
L.M.: Total, les genera muchos problemas de convivencia. Se han liberado de un montón de problemas y de ansiedades pero surgen otros que afectan íntimamente a la pareja.
Yo creo que en la ciudad estamos constantemente con un nivel de exigencia (…) que fluctúa a lo largo del día.
E.P.: ¿Y tú crees que en la ciudad nos hacemos las preguntas básicas respecto a nuestra relación social o de convivencia con la pareja?
L.M.: Cuidado. Yo creo que en la ciudad estamos constantemente con un nivel de exigencia muy fuerte, diría que intermitente, como muchas veces al día. Una exigencia que fluctúa a lo largo del día. Sí que tenemos esa pregunta constante de si lo estaré haciendo bien, ¿estoy trabajando en lo que quiero?, ¿estoy con la persona que quiero?, ¿soy la persona que quiero ser o soy la persona que quieren los demás? Digamos que los personajes se han quitado esta ansiedad pero deben enfrentarse a nuevas responsabilidades, tanto personales como de pareja.
No hago apología de que hay que dejarlo todo pero sí jugar con ese sentimiento de ausencia de todo lo que nos rodea…
E.P.: ¿Irse a una isla puede no conducir a nada o sí?
L.M.: Quedarse también puede conducir a nada. Todo dependerá de las circunstancias del momento. No hago apología de que hay que dejarlo todo pero sí jugar con ese sentimiento de ausencia de todo lo que nos rodea aquí que también nos provoca una incomodidad.
E.P.: Lara, muchas gracias por atendernos y que continúe el éxito de tu novela.
L.M.: Gracias a vosotros por difundir el trabajo que hacemos los escritores.
El Péndulo de VlCNoticias/Jimmy Entraigües